26. El Último Testamento

571 36 142
                                    

La semana dentro del campamento había finalizado. Se podía decir que había sido una desconexión de la realidad por un par de días. Sin embargo, aquello no duraría mucho. El drama y los problemas acechaban a aquellos inmunes como si fuera propio su destino.

La mañana que volvieron a los laboratorios no iba a ser diferente. La paz había sido rota por la madrugada y ahora había un clima de tensión y preocupación que destruía todos los avances hechos días atrás.

Ana Julieta tenía después del almuerzo un reencuentro con su médica favorita. No quería admitirlo, pero había extrañado sus consultas con ella. A pesar de todo, la sentía una persona bastante cercana. No sabía por qué, pero inevitablemente se sentía conectada a la profesional.

La camarera entró por la puerta y la vio sentada en su escritorio, escribía algo en sus archivos. Parecía bastante concentrada. Ana Julieta se preguntó si era posible que estuviera más bonita.

—Ana Julieta.

—Alba.

Una sonrisa se formó en el rostro de ambas al verse nuevamente. La médica se acercó y abrazó levemente a la inmune. Fueron segundos de contacto, pero lo disfrutaron como si durara horas.

—Siéntate, por favor. Qué bueno es volver a verte.

—Lo mismo digo...

—¿Cómo estás? —sonrió con interés. La médica se encontraba radiante—. ¿Cómo la has pasado?

—Bien... He desconectado un poco. Aunque bueno, el bosque es un poco aterrador.

La sonrisa de Alba se fue borrando lentamente, pero la repuso enseguida con una más falsa.

—Lo es, sí. Bueno, eso se ve... Nunca he estado allí —balbuceó, nerviosa—. ¿Qué tal las cabañas?

La camarera entrecerró los ojos nerviosa ante el comportamiento tan extraño de la rubia, pero decidió no prestarle demasiada atención.

—Pues bien, dentro de todo... Eran un poco viejas, y había una que parecía sacada de una película de terror, pero bueno, tuvimos un buen tiempo allí y es lo que más importa.

—Ya, me imagino... —Alba bajó la mirada y jugó con sus manos—. Parecen bastante antiguas... No me gustaría vivir allí por mucho tiempo.

—¿Estás bien? —se preocupó Ana Julieta, notando el cambio tan drástico de humor.

—Sí, por supuesto —negó y fingió la mejor sonrisa—. Sólo que me enteré hace un rato lo de Bruno... Y bueno, también recordé lo de Jesús.

—Oh... Ha sido duro, sí, pero bueno... Bruno es fuerte, no creo que sea nada grave.

—Eso espero, igualmente desde nuestro lugar lo cuidaremos muy bien —Alba apartó la mirada y buscó su carpeta—. ¿Te parece si empezamos?

—Por supuesto.

La consulta fluyó. Los resultados de Ana Julieta arrojaban que la anemia ya había sido tratada y que no tendría que preocuparse por mucho más. Ambas se pusieron felices por eso. También hablaron de diferentes controles que tendría que llevar a cabo, ya que había estado expuesta por toda una semana. Luego, Alba notó que había un apartado que decía "Tratamiento experimental 2", la camarera cumplía todos los requisitos para llevarlo a cabo, pero por alguna razón, Alba no quería asignarlo.

—Hasta que no lleguen los nuevos resultados, no puedo asignarte ningún tratamiento. Además... Puede ser riesgoso hacerlo cuando acabas de salir de un cuadro de anemia.

—Oh, está bien. Puedo esperar.

—¿Sabes de qué se trata este tratamiento?

—Nop —sonrió de forma burlona—. ¡Tú eres la médica! Deberías saberlo.

infectIVO | OT2020Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu