28. Mejoría de la Muerte

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No sabía cómo había llegado allí, lo único que notaba era la niebla inundar todo el lugar. Estaba oscuro, probablemente sería entrada la madrugada, y el viento arrasaba con todo lo que tenía por delante. Había muchos árboles, fue lo primero que notó. Luego se centró en las cabañas del lugar y enseguida pudo identificar que se encontraba en el antiguo campamento.

Ana Julieta se encontraba en medio del terreno. El viento chocaba contra su cara y le hacía entrecerrar los ojos. Estaba allí parada como esperando algo, pero no sabía qué.

De repente, pudo ver a lo lejos una figura conocida. Era una mujer, de baja estatura y cabello rubio, miraba asustada hacia el frente. La camarera siguió su campo de visión hasta presenciar lo mismo que la rubia hacía.

A lo lejos, había una figura completamente vestida de negra, se encontraba encapuchada y la oscuridad no permitiría verle el rostro. Ana Julieta se tensó por un momento, parecía un asesino en serie preparándose para atacar.

Quiso acercarse a la rubia, que se encontraba temblando en su sitio del terror, pero no podía moverse por alguna razón. Desde su posición podía respirar el miedo de la rubia y quería tranquilizarla.

La figura a lo lejos no se movía. Estaba clavada en su sitio, sin hacer nada, pero aun así era jodidamente escalofriante. La camarera esperó, sin saber lo que estaba ocurriendo.

Entonces todo pasó de repente, la figura encapuchada corrió hacia la rubia, casi que se teletransportó hacia ella y con una navaja en la mano, acuchilló a la mujer en medio del estómago.

Ana Julieta no tuvo tiempo a gritar porque se despertó exaltada en cama, con el sudor cayendo por su frente.

—Soñé contigo.

Horas después, Ana Julieta se encontraba en el consultorio, recordando su mal sueño. Alba dejó lo que estaba haciendo y miró con curiosidad a su paciente.

—¿Qué soñaste?

—Con el campamento.

Ni bien dijo eso, la camarera pudo notar cómo el cuerpo de la rubia se tensaba. Ana Julieta todavía recordaba la desesperación que le había causado ver a Alba ser acuchillada por el desconocido, le causaba escalofríos.

—¿El campamento? —la médica preguntó con su sonrisa más falsa—. ¿Qué hacía allí?

—No lo sé, estabas allí —recordó—, y estaba esta figura negra, estaba encapuchada. Te miraba, y tú estabas aterrada. Intenté acercarme a ti, pero por alguna razón no podía. ¿Sabes? Me desperté cuando el encapuchado corrió hacia ti y te hirió con la navaja.

Cualquier rastro de una sonrisa se había borrado del rostro de la médica, ahora sólo tenía una mirada teñida de preocupación, pero, sobre todo, de miedo. Ana Julieta pudo identificar el temor a la perfección, porque era la misma mirada que la rubia había tenido al presenciar al encapuchado en su sueño.

—Eso... Es... Es bastante feo. ¿No crees? Qué curioso que hayas soñado eso...

—Alba... —bajó la mirada al suelo y suspiró antes de hablar—. Tengo la sensación de que tú sabes algo. ¿Verdad? Hay algo sobre el campamento.

Los ojos de la médica se abrieron como platos, en una expresión de pánico. Aquello no hizo más que confirmar las sospechas de la camarera.

—N-no, Anaju... Y-yo —balbuceó—, no sé nada.

Sin creerle, Ana Julieta tomó su bolsa y sacó la vieja libreta, acompañada de los planos que había encontrado en una de las cabañas. Puso los objetos sobre la mesa, a excepción de la cámara, y miró a la médica con curiosidad.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now