29. Hospital Fantasma

526 40 38
                                    

Todo parecía haber entrado en un círculo eterno. Era vicioso y desesperanzador. Comenzaba a perder el sentido y casi que rozaba lo irreal. Después de muchos años, por primera vez, Alba Reche estaba perdiendo la esperanza, y la paciencia por supuesto. Se sentía estancada, como un pobre obrero de clase media que vive para trabajar toda su vida.

Era frustrante ver cómo todo acontecía frente a su rostro y no poder hacer nada. No tenía una mísera prueba, todo eran suposiciones. Cada muerte estaba cubierta legalmente, nada era ilegitimito en aquel laboratorio. Pero ella lo sabía, sabía frente a la clase de gente que estaba delante: Personas con poder y dinero. Los peces gordos. Los individuos más peligrosos de la sociedad. Aquellos que eran capaces de hacerla desaparecer con sólo un chasquido de dedos.

Por un par de días, Alba se guardó las preocupaciones para sí misma, hasta que simplemente no pudo sostenerlo más.

—Mimi... ¿Qué estamos haciendo realmente?

Los ojos verdosos de su hermana se clavaron en ella. Eran profundos e intimidantes.

—Estamos investigando, Alba.

—Pues no lo parece —apartó la mirada, algo molesta.

—¿Disculpa? ¿A qué viene todo esto?

—Han pasado semanas, y todavía no tenemos nada. ¡Nada! ¿¡Cómo se supone que vamos a ayudarlos si no sabemos nada!?

—Primero que todo, baja el tono, hermanita —ordenó con calma—, y segundo, estamos haciendo lo mejor que podemos. Sabes que no podemos hacer más sin ponernos en peligro.

—¿Realmente estamos haciendo algo, Mimi? —sonrió con ironía—. Me pides que me infiltre allí, que investigue, pero no encuentro nada, absolutamente nada. Estos jóvenes son ajenos al infierno que están viviendo. El personal no habla, cada vez que intento empezar una conversación me ignoran como si fuera un puto fantasma. Tenemos a Marilia, pero no quieres hablar con ella. ¿¡Qué rayos estamos haciendo!?

—Perseverancia, hermanita. Lo único que necesitamos. Todo llegará a su debido tiempo.

Alba se pasó las manos por el rostro en un gesto de frustración al ver la tranquilidad con la que su hermana actuaba.

—Estoy empezando a pensar que no te importa esto realmente —murmuró con rabia.

—No digas tonterías.

—¿Dónde has estado estos días? —enfrentó—. Has desaparecido sin dejar rastro.

—Tenía que resolver unos asuntos, pero ya veo que me extrañaste, hermanita.

—Basta, Mimi. Te estoy hablando enserio. ¿No entiendes lo frustrante que es? Cuando estoy allí, es como si reviviera todo el infierno que tuve que pasar antes —dijo con la voz rota, las lágrimas comenzaban a formarse en sus ojos—. ¿Sabes lo horrible que es ver todo pasar como un mero espectador? ¿Lo impotente que me siento al no poder hacer nada para salvar a aquellos jóvenes? Me siento inútil, y tú no ayudas. ¿Por qué quieres que esté allí dentro sino vas a ayudarme? Jamás vamos a descubrir algo así, aquel lugar es como una tumba. ¡Lo sabes!

Mimi vio en cámara lenta como su hermana se rompía. Pudo ver todo el dolor reflejado en el rostro de la falsa médica. La compadecía, pero no podía hacer mucho desde su posición

—Necesitas a alguien más —respondió la excomandante, un tanto indiferente ante las emociones de su hermana—. Un cómplice. Alguien que esté allí dentro contigo, que te ayude y te guíe. Pensé que podrías hacer esto sola, pero evidentemente no.

—¿Qué? —preguntó algo desconcertada—. ¿Hablas enserio?

—Sí. Hablaré con Marilia lo antes posible, debemos tener alguien más dentro.

infectIVO | OT2020Unde poveștirile trăiesc. Descoperă acum