30. Destino final

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—Los días pasan, la vida sigue. Eso es lo que me digo todos los días. La vida sigue, me lo repito una y otra vez, intentando que mi cabeza lo acepte de una vez por todas. ¿Pero cómo sigues viviendo cuándo te has olvidado lo que era la vida? Cada minuto, cada hora que pasa, siento que ya no estoy viviendo, lo siento más como sobrevivir, como si lo único que importara es que mi corazón siga latiendo y yo respirando... Sé que a él no le gustaría verme así, sé que me intentaría convencer de olvidarlo, pero no puedo. Lo he intentado, lo sigo intentando. Uno pensaría que ha pasado una eternidad sin él, han sido un par de días, pero siento que nunca dejaré de sentirme de esta manera... Siento que me han quitado todo, siento que floto, como si estuviera perdida en el espacio, sin razón alguna para existir. Entonces me preguntó, si la vida sigue... ¿Cómo se sigue? ¿Cómo me olvido de esta presión en el pecho que me acecha como su fantasma? De verdad me gustaría encontrar una respuesta, me gustaría encontrar una forma de olvidarme un segundo de todo... A veces pasa por las mañanas, cuando me despierto y tengo una corta amnesia, y luego la realidad me choca como un camión. Él ya no está aquí, no volverá. Pero esos pequeños segundos cuando me despierto, cuando me olvido de todo, siento que él todavía está ahí. Algunas veces me gustaría dormir para siempre, porque él sigue vivo en mis sueños, siento que me cuida, pero también sé que no es posible. No puedo dejar a la gente que me quiere, no puedo ser tan egoísta. Supongo que todos hemos pensado una vez eso, no es sano, pero tampoco lo es este sufrimiento. No sé qué pensar, no sé cómo seguir. Estoy tan cansada...

Maialen terminó su pequeño monólogo con lágrimas en sus ojos y una clara expresión de dolor. Tuvo que pausar varias veces y tomar aire, ya que el nudo en su garganta le dificultaba terminar cada oración. Realmente era una mujer destruida, todo el brillo que una vez había tenido había desaparecido por completo. Aquella esencia tan pura y risueña se había esfumado por completo. Mucho tardaría volver a encontrar los recuerdos de lo que una vez había sido.

Tres días habían pasado de la muerte de Bruno. Tan sólo tres días, tan sólo setenta y dos horas, pero lucía una eternidad. Cada segundo que pasaba era más difícil de sobrellevar. Bruno había sido declarado muerto por la madrugada, luego de sufrir un derrame cerebral. La esperanza se había esfumado tan pronto como había llegado, y eso era la peor parte, que por un segundo había habido un poco de esperanza.

Carlos terminó de escuchar a la mujer, inevitablemente el relato de la cantante le había contagiado unas lágrimas y le había roto el alma. Era muy difícil mantener la profesionalidad cuando podía empatizar tanto con ella, porque claro, el castaño había pasado lo mismo hace ocho años en aquel maldito campamento.

—Es bueno que sepas expresar como te sientes, Maialen —carraspeó para intentar disimular sus ganas de llorar—. Es un comienzo, cerrarte en tu propio dolor no es sano, necesitar desahogarte. Me consuela saber que estás haciendo eso.

—No quiero estar triste para siempre —murmuró la de flequillo—, quiero estar bien para las personas a mi alrededor, no quiero que se queden con esta imagen mía, esta no soy yo.

—Por supuesto que esta no eres tú, es el dolor que ha tomado control de su cuerpo, pero hey, es normal. Más cuando has sufrido una pérdida esta magnitud... Bruno era un buen amigo tuyo, ¿verdad?

—Estaba enamorada de él —confesó—, y nunca pude decírselo.

El psicólogo se quedó sin palabras ante la confesión, de repente, la situación le dolió aún más.

—Siento oír eso... Por favor, intenta no torturarte con eso. ¿Sí? Es lo peor que puedes hacer, no tienes la culpa de todo lo que ha pasado. Debemos aceptar los hechos y seguir adelante, no es simple, pero asumir las cosas es un buen punto de partida.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now