23. La Resurrección de Guix

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Aquella mañana había amanecido repleta de niebla. No se podía distinguir ni un alma en aquellas partículas blanquecinas esparcidas en el aire. El peligro de sufrir un accidente de tráfico se había triplicado ante la poca visibilidad. Además, el frío calaba los huesos y volvía insoportable estar en el exterior. Sin duda, era uno de los días más fríos del año.

En las noticias, lo único que aparecía era lo mismo una y otra vez. La caída de dos grandes narcotraficantes. Jesús Ramírez y Eliane Sánchez. Hablaban sobre lo ocurrido en las instalaciones IVO, el enfrentamiento interno entre los dos socios y el trágico final de uno. También, por encima, hablaron del asesinato de tres víctimas. Ariadna Tortosa, Rafael Romera y Nicolás Martínez. Estaba siendo todo público.

Alba Reche tomaba su café, sentada en la mesa de su casa, mientras miraba la televisión con una mirada abatida. Todo aquello estaba llegando a su fin, Jesús había sido proclamado el autor de los crímenes de los laboratorios.

-Qué panda de sinvergüenzas -bufó Mimi, que se encontraba al lado de su hermana, viendo lo mismo que ella.

-¿Por qué? -frunció el ceño-. Ha sido Jesús, ahora todo tiene sentido... Eso era lo que Anajú y Samantha estaban investigando. ¿No? Por eso me pidieron la información.

-Vaya qué eres lenta, hermanita -ironizó, llevándose la taza a los labios para dar un sorbo-. ¿Realmente crees que hubieran hecho todo este circo si el asesino hubiese sido ese tal Jesús?

-Mimi... Si todo esto es público, es por que si ha sido Jesús. Tal vez puedan engañar a los inmunes... Pero no pueden engañar a la justicia, ni a la prensa.

-¡Despierta, Reche! ¿Acaso no sabes con quién estás tratando?

-Pues no, claramente no lo sé. Sé que hay algo raro en los laboratorios, lo sigo pensando, aunque se haya descubierto que el asesino es Jesús. Hay algo más allí.

-¡Por supuesto que hay algo más! -afirmó con un tono soberbio-. Estoy convencida de que Jesús no ha sido el asesino, tú también deberías estarlo.

-¿Por qué estás tan segura? -enfrentó-. Sabes algo más, y no me lo estás diciendo.

-He tratado con esta gente, Alba. He sido uno de ellos. Sé como se manejan, todo lo que hacen, lo hacen por una razón. Nada es coincidencia. Esto no ha terminado, necesito que te quedes en los laboratorios y lo descubras todo.

-¿Qué quieres que descubra? ¿Qué hay para descubrir, Mimi?

-¿Crees que estaría aquí hablando contigo si lo supiera? Eso es lo que hay que descubrir. Todo. Algo irregular. ¿No has visto nada en la fiesta?

-No... -bajó la mirada.

-Pues claro... -rio irónicamente-. Si te la pasaste bailando con aquella camarera de cuarta.

-¿Puedes dejar de atacarme como si yo tuviese la culpa de todo lo que está pasando?

-Alba, necesito que te tires a la piscina -Intentó no entrar en una discusión-. No tenemos tiempo. No olvides que esto dura sólo tres meses, ya ha pasado uno y medio.

-¿Qué quieres que haga? ¡No hay manera de saber nada!

-Arriésgate, investiga, recorre todas las habitaciones del puto laboratorio. Busca los puntos débiles. ¡Algo extraño! ¡Algo! ¡Necesitamos algo para aferrarnos!

Cuando Mimi dijo aquella frase, el rostro de Alba cambió rotundamente, como si hubiese encontrado la clave.

-Los tratamientos -dijo la falsa médica-. Hay algo raro en los tratamientos... No sé qué... A ellos, simplemente les inyectan cosas, no les dicen qué es... El resto es confidencial. Yo no sé nada.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now