12. Anomalías

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La evidencia que encontró Samantha a favor de Eli marcó sin duda una diferencia. Una anomalía. Fue como un despertar de la realidad, listo para abrirte los ojos y comenzar a cuestionar toda tu existencia. Aquel descubrimiento fue como abrir una puerta que te llevaba por un sendero oscuro, peligroso y sin fin. Era como un pasadizo lleno de secretos. Pero claro, tanto Samantha como Ana Julieta, ninguna de las dos sabía en lo que se estaban metiendo.

Al día siguiente del encuentro en la piscina, se reunieron en la habitación de Samantha. Aprovecharon que Eva estaba por allí con Hugo para utilizar la tarde y comenzar a debatir un poco sobre el tema.

Claro que no esperaban que la creciente tensión que había entre las dos las distrajera por completo de su objetivo. Realmente intentaron concentrarse en el caso de Eli, pero no había pasado ni dos minutos desde que Ana Julieta había entrado y la camarera ya se encontraba sobre los labios de Samantha como si su vida dependiera de ello.

Realmente era algo que no podían controlar, cuando estaban cerca ambas tenían aquella salvaje necesidad. Era como un imán que las tiraba una sobre la otra.

Ahora ambas se encontraban recostadas en la cama de la rubia, Ana Julieta sobre Samantha, en una sesión de besos completamente improvisada, pero bastante efusiva. Cada vez que intentaba separarse, una fuerza inhumana las volvía a juntar. La cosa comenzó a irse de sus manos a medida que pasaban los minutos, la tensión se volvía insoportable y comenzaba a ansiar una liberación.

Ana Julieta fue la que intentó llevar las cosas más allá. Abandonó los labios de la rubia para buscar su cuello y coló una mano por debajo de la blusa de la rubia. Sin embargo, la reportera captó rápidamente las intenciones de la castaña y decidió darle un alto.

—Creo... Creo que deberíamos detenernos —murmuró la rubia.

Al escucharla, Ana Julieta no tardó ni un segundo en frenar lo que estaba haciendo y se reincorporó en la cama.

—Claro. Lo siento —respondió algo avergonzada—. No quiero forzarte a nada... Yo-

—Ey —se sentó en la cama para inclinarse y poder acariciar el rostro de la camarera—. No me has forzado a nada. Yo... Aun no estoy lista. ¿Vale?

—Por supuesto —la apoyó rápidamente—. No debes explicarme nada. Además, sé que eres nueva en todo esto y... Eso.

—Eres grandiosa, Ana Julieta —suspiró—. Cuando esté lista, te lo haré saber.

—Vale. Sin prisa —sonrió con dulzura—. Te esperaré todo el tiempo que sea necesario.

Samantha sintió que podría derretirse de dulzura en aquel momento. Así que se inclinó y dejó un pequeño beso en la mejilla de la camarera en forma de agradecimiento.

Pocas veces se había sentido tan comprendida.

—Bien, deberíamos empezar a hablar sobre el caso de Eli si queremos descubrir algo —propuso la rubia.

—Estoy de acuerdo. ¿Has logrado encontrar algo, Sam? ¿Por dónde empezamos todo esto?

—Pues no, pero es que realmente no sabemos nada. Lo que nos han dicho es la única información que tenemos sobre el caso. Parece como si nos estuvieran ocultando el resto.

—Entonces deberíamos encontrar una manera de averiguar todo sobre el caso.

—Ajá, pero... ¿Cómo?

—Sinceramente no tengo ni puta idea —Ana Julieta se peinó el cabello con frustración—. Tal vez podríamos hablar con Jesús. Él ha denunciado, tiene sus razones y sus hechos. Probablemente sepa la mayoría de las cosas.

infectIVO | OT2020Where stories live. Discover now