Capitulo 5

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— Yo...no puedo — murmuraste somnolienta — esta no soy yo, no me acuesto con el primer tipo sexy y caliente que se me cruza por el camino...— no escuché más y me tomé la libertad de abrir más tus piernas, cortando levemente aquella fricción, una vez me puse justo en el medio te levanté a la altura de mis caderas, mi dureza quedó clavada en tu sexo, a pesar de la ropa se sintió como el paraíso provocando que ambos gimiéramos.

— Vamos nena ¿Te vas a negar a eso? Acepta y no te arrepentirás...— susurré sobre tu piel. Mis manos se perdieron bajo el suéter, camino a tu cintura, subí un poco más jugando con el límite dónde comenzaban tus pechos  —Di que sí — murmuré bajando por el escote.

— Yo no te conozco — dijiste entre gemidos reprimidos.

— No se me ocurre mejor manera de conocernos — sin más corté la distancia, una mano mía fue a tu nuca y la otra sujete tu cintura. Sentí como tus piernas se envolvieron en mis caderas. Probar tus labios fue la chispa que prendió fuego todo en mí. ¿Esto era real? ¿Se podía desear a una persona a tal punto? Sí, lo sentía. Nunca había deseado a una mujer a tal punto, sé qué mi manera de actuar es alocada pero no quiero perder más tiempo. Milagrosamente la vida me había dado una segunda oportunidad, no iba a despreciar ni un segundo. Mis manos cobraron vida y de un tirón quité el suéter, tu piel suave quedó a la vista al igual que tus pechos los cuales podía sentir con mi mano, acariciarlos y darle leves apretones, pasé mis pulgares de ida y de vuelta por tus pezones, poniéndolos duros y poniéndome a mi más caliente. 

Tus labios apenas me seguían el ritmo, eran tímidos frente a mí demanda, necesitaba más, marcar cada rincón de tu boca, demostrarte que ningún hombre te había besado como yo. Succionaba, lamía y mordía tus labios, logrando que los abrieras para penetrar con mi lengua en lo más profundo, sentir tu aliento contra el mío, tu lengua tratando de rodear la mía la cual acariciaba la tuya de manera morbosa, intentando tocar todos los puntos, jugando de manera traviesa, entrando y saliendo como si te estuviera haciendo el amor solo con un beso. Nos fundimos en un beso hambriento, apasionado. 

Por nada del mundo quería parar pero el arrepentimiento llegó, este no soy yo y esta no es ella, ella brilla, ella sonríe, habla, era enérgica. La Yelin que tenía en mis brazos era producto de la pastilla, estaba adormecida. Si bien no era un afrodisíaco lo que le di y las reacciones que había provocado en verdad eran producto de ella. La quería entera, con todas las luces, que me elija. Y con un beso en la frente me aparté de ella, con una fuerza de voluntad increíble volví a poner el suéter en su cuerpo.

— ¿No te gusto?—  preguntaste, sonreí bobamente ante la ternura con la que lo dijiste. 

— Me encantas — respondí — pero creo que no te estés sintiendo bien —

— Sólo...tengo pesadez — sí, vaya que conocía ese efecto. Era un sedante que te relajaba a niveles máximos y caías rendido al sueño en minutos. Sin embargo no te la había dado todo, solo...un poco, lo suficiente para dejarte vulnerable.

Bajo Llave | Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora