Capitulo 25

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Segunda Parte:

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Segunda Parte:

Y es ahí cuando todos mis nervios estallan, el peso de la situación se me vuelve en los hombros, me cuesta respirar, me transpiro de pies a cabeza y aun así tengo frío. Un temblor nervioso hace que mis dientes choquen entre sí una y otra vez. Me está por dar algo y rápidamente capto la atención de los presentes.

— Hijo te ves muy mal — dice mi padre acercándose a mí. Mi madre avanza y se le une a mi padre con el signo de interrogación en su cara.

— Yo...— yo no sé qué decir, esa es la verdad, la tensión es palpable, tan densa que me oprime el pecho.

— Si nos aman, nos van a apoyar — dice mi hermana y mi madre frunce el ceño.

Mierda, por un momento pensé que me echaría la culpa a mí de las muertes.

Y por un lado quiero que hable, es la mejor forma de mostrarles a mis padres que está mal, muy mal. Pero por otro lado quiero que se cierre la boca y no diga nada, no quiero ni pensar en los comentarios de mis padres y en como eso desataría la otra Vin Zi. Sé que no son dos personalidades, es solamente una y es bastante psicópata. Pero definitivamente la que tengo enfrente en estos momentos es capaz de todo, de matar, de intentar algo conmigo y la desconozco.

Si sabía que yo le atraía y creí haberle dejado en claro las cosas. De solo recordarla me pone los pelos de punta. Recuerdo abrir los ojos y encontrarla encima de mí a un paso de montarme. Ese día pegué el salto de mi vida, mi tobillo se torció y mi cabeza impactó contra el suelo y después de verla llorando y diciendo que lo había leído en una novela, que al parecer la chica gustaba del chico y él le gustaba que lo despierte de esa forma. Fue ahí cuando supe de eso y decidí explicarle de forma amable que eso estaba mal y que no quería que lo volviera hacer. Su actitud seguía siendo la misma: respondona, caprichosa y sonriente. No había cambiado en nada, hasta la inocencia de su cara era la misma. Supuse que capaz ni siquiera sabía que era "eso" y decidí olvidar ese terrible despertar.

Mucho más tarde comprendí que no era tan inocente y que sabía perfectamente que era "eso" cuando, por sospechar que se había robado una botella de vodka, encontré en su habitación una novela erótica.

Capaz la culpa fue mía y no estaba tan lejos de ser como mis padres, tan solo culpé a la enfermedad de no saber diferenciar que "eso" no se hacía con alguien de la familia. Y prefería decir "eso" que meter en la misma oración el nombre de mi hermana y la palabra sexo. De solo pensarlo me revolvía el estómago. Todo era muy turbio.

La justifique con la adolescencia, las hormonas al máximo, un poco de sus problemas mentales y el hecho de que yo era el único chico casi de su edad cerca. Por eso comencé a traer a mis amigos a casa de vez en cuando. Para que mirara a otros y aleje esas ideas. Si la pillaba justo mirando a alguno siempre la molestaba para que comience a pensar en él.

Bajo Llave | Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora