Soledad, eso es lo que hay en estas cuatro paredes.
Salir, correr, ordenar, es lo único que hago. Una rutina, monótona.
Pero eso cambió cuando te encontré, frente al muro, desnuda, sola, hambrienta y tan mía.
Joder, cuando te ví, solo quería llevar...
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¿Nunca han sentido como algo puede llegar a ser asfixiante y desgarrador? Parte de mí no creía nada de lo que salió en las noticias. Simplemente no podía ser cierto, es que no cabía ni remotamente la posibilidad de que dejaras este mundo. Y a pesar de que mi pecho se estrujaba, de que mi corazón latía con prisas debajo de mis costillas no podía creer. No imaginaba un mundo en el que no estés y, aunque ya me estoy resignando a que no seas para mí, te quería, te quería viva, aunque no pueda arrancarte de ese mundo tan oscuro y traerte a la luz.
Yo estaba mal, llegaste a alegrarme la vida con una dulce y bonita mentira, probablemente me obsesioné un poco pero luego te vi, a ti, a la verdadera y supe que tenía que hacerlo, tengo que salvarte porque si te dejo ir es enterrar mi corazón en tus manos, es que te lo lleves sin más. Te necesito pero tú me necesitas aún más.
Siete meses pensando me abrieron los ojos: Yelin fue una ilusión, una proyección de tal vez uno de tus deseos. Una vida normal, una inocencia que te negaron, un respiro, un deseo oculto que se pierde bajo la fachada de la Cazadora, el escudo, el rostro que le muestras al mundo para ocultar a la niña que llevas adentro, la que está sola, perdida en silencios, la que no sale y dejas encerrada en el fondo de tu alma. Es hora de liberarla, la Cazadora está matando a la verdadera, a Alexia.
Muerta no estás, lo sé ¿Cómo? Porque conozco la peor de tus caras y sé que lo harías.
La tensión en la sala era palpable, como si ellos ya supieran lo que diría comenzaron a negar con la cabeza. YoonGi se llevó las manos al su cabello agitándolo, Jin permaneció en silencio y Nam tan solo me miraba.
— Tengo que ir por ella — hablé rompiendo el silencio, inmediatamente se armó el lío, todos empezaron a hablar al mismo tiempo, la voz de YoonGi se sobrepuso a las demás.
— ¿Acaso no has visto que está muerta?— no había forma en este mundo que eso fuera cierto, por más que todo apunta a que sí. Una corazonada, una premonición, como quieran llamarle.
— ¡No es ella! — grité, no podía ser cierta es noticia. Estaba seguro, algo en mí me decía que tú corazón seguía latiendo. Esa escena estaba armada, tal vez quien la tiene quiere despistar la atención porque va hacer algún movimiento.
— Nos pondrás a todos en peligro, además, ya la hemos buscado y no estaba por ningún lado, una persona no desaparece así a menos que esté muerta — dijo YoonGi y señaló el televisor — y lo está — quise refutar eso con cualquier cosa pero ¿Cómo decía que era un presentimiento?
— Déjenme ir a mi a buscarla — pedí, no podía evitar tener la vista borrosa, en mi voz estaba escrita la súplica y si eso no funcionaba debía hacer un plan b.
— Mi gente lo hizo, mi gente se dedica a encontrar personas — habló Nam por primera vez, negué a esas palabras, negué a ese comentario. Me giré hacia él, estaba con su típica fachada de tranquilidad absoluta, tan distinta a la mía. Me di cuenta en el acto que mis dedos iban y venían sobre mi pelo, balanceaba mi peso de un pie a otro y apostaba a que tenía una expresión de loco suelto,
