Capitulo 11

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Volví a la casa trotando

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Volví a la casa trotando. Correr era bueno, liberaba tensiones, entraba en calor y mantenía la forma. Pero aquella vez no volví trotando por alguno de esos motivos, volví porque supe que el único lugar seguro era la casa. Por primera vez después de mucho volví a tener miedo, no estaba solo, ahora tenía a alguien a quien proteger. Si esto hubiera sucedido en otras condiciones, dónde mi vida no hubiera cambiado y yo siguiera siendo el mismo solitario de siempre no tendría miedo en absoluto, al contrario, estaría ansioso de encontrar a los que nos quieren joder. Pero el hecho de que Lin estaba en mi vida, que debo hacer las cosas bien, ser un buen civil, no podía evitar tener miedo, miedo a perder lo que había conseguido.

Cerré de inmediato la puerta de planta baja, introduciendo la clave numérica. Luz verde y la voz automática de la cerradura electrónica asegurándome que ya estaba cerrada.

Me hice sonar el cuello mientras subía los escalones e ingresaba a la segunda puerta.

— ¡Lin! ¡Volví! — dije quitándome la chaqueta, alcé la mirada haciendo un repaso general de la sala llevándome una sorpresa.

— Pensé que como la otra noche nos interrumpieron, estaría bueno tener una especie de segunda cita — tu voz tenía el tinte de la timidez, mi guitarra estaba apoyada contra un sofá, unas copas de vino esperaban en la mesa ratona. Te sonreí incapaz de ocultar lo bien que me ponía verte hacer cosas para mí.

— ¿Quieres que te cante? — pregunté doblando los puños de mi camisa hacia arriba, asentiste como una niña — sólo si me das un beso — dije acercándome, tus brazos envolvieron mi cuello y tus labios besaron los míos. Una sensación agridulce me subió por el pecho, el contrataste de la situaciones, tú tan inocente y ajena al peligro que me rodeaba, tan segura entre mis brazos, perfectamente adorable pensando y sabiendo que serías bienvenida en mi pecho, que era el único lugar seguro donde estar a pesar de no saber qué sucedía en tu vida. De nuevo el miedo me inundó y si... ¿Te usaban para lastimarme? ¿Si alguien entraba y no podría protegerte? Ajusté mi abrazo, te cuidare, vas a estar bien.

— ¿Todo en orden? ¿Sucedió algo? Te noto... angustiado — me dio ternura tu voz amortiguada en mi pecho. Miré hacia abajo viendo cómo levantabas tu cabeza y me mirabas directo a los ojos. Estaba angustiado, esa era la palabra perfecta de cómo me sentía, tenías un buen ojo para ver cómo me sentía.

— Tus ojos son de color de la tormenta — susurré perdidos en ellos, estaban llenos de energía, de inteligencia, parecían estudiarme centímetro a centímetro, ellos tenían la fuerza para doblegar a cualquier persona, prometían un carácter duro e impecable. Aun así tu forma de ser era tan suave, inocente e ingenua, era una contradicción asombrosa — amo las tormentas — agregué.

— ¿No tienes miedo de que sea una? ¿De que pueda destruirte a mi paso? — hablaste ronca, ¿Cómo podías decir algo tan serio y lucir tan sexy? Sé por qué lo decías, te había dejado creer que el que te puso en mi jardín había entrado, a eso sumarle los nervios.

Bajo Llave | Jeon JungkookOù les histoires vivent. Découvrez maintenant