Capitulo 23

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Iba y venía caminando por toda la celda, la tensión estaba en el aire

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Iba y venía caminando por toda la celda, la tensión estaba en el aire. El hecho de no saber qué hora era me descontrolaba, el lugar cada vez se sentía más pequeño. Los minutos se hacían horas, cada segundo moría en el próximo paso que daba en aquel espacio tan reducido. Bajo la remera, sujeto al elástico del pantalón, tenía los papeles del archivo. Aún me encontraba en esa disyuntiva si entregar o no aquello a abogado.

— Ley treinta y seis mil...— repetí como ciento una vez, ya comenzaba a marearme de tanto ir y venir, eso y el hecho que necesitaba salir, aunque sea sacar la cabeza por alguna ventana y tomar aire fresco.

La celda no tenía ventanas ¡Por Dios! El encierro más la humedad hacían un olor realmente desagradable. Inhalé pero no pude hacerlo, tenía uno de los conductos de mi nariz tapado — ¡Carajo! Lo que me faltaba — murmuré y me di cuenta que mi voz estaba cambiada, más ronca, más grave. Me aclaré la garganta sintiendo una mucosidad en ella, ¡Genial! Me resfrié, esta es otra cosa más que me provocaste.

— ¡Tu abogado ya está aquí! — gritó el oficial, alcé la mirada, esperaba que sea el guardia que Nam usaba para mandar mensajes pero no era, era ese que me había amenazado con utilizar sus "métodos" — Las manos — dijo pidiendo que las saque por un espacio rectangular entre las rejas. Una vez con las esposas puestas, procedió a abrir la reja — ¡Andando florecita! —

— Oye, ¿Crees que después del abogado pueda ir a la enfermería? Tengo malestar, creo que he pescado un resfriado — dije, una risa grotesca fue mi primera respuesta.

— ¿Crees que esto es un hotel...florecita? — preguntó, de acuerdo, estaba claro que no me iba a llevar — ¡Camina! — gritó, obedecí ¿Qué más iba hacer?  ¡Gracias Alexia! cada paso que daba me hacían enojar un poquito más contigo, tal vez no había caído yo y esto era enojo tardío pero ya estaba llegando, lo único que me calmaba, que no hacía que mi enfado creciera de forma desmesurada era todo lo que había leído. 

Pasamos varias puertas y doblamos por al menos tres pasillos hasta que llegamos, la habitación no era muy distinta a la de interrogatorios, esta no tenía espejos, tenía un ventiluz, que aunque el vidrio estuviera cerrado y con rejas se podía apreciar un hermoso y espectacular cielo gris de lluvia, sí lo veía hermoso porque hace días o tal vez ya una semana o qué sé yo cuánto tiempo que no veía un cielo aunque estuviera próximo a una tormenta.

Ojos color tormenta...

¿Es en serio? No puedo mirar al puto cielo que me tengo que acordar de ti, suspiré, estoy realmente jodido.

— Quítale las esposas — la voz del abogado me trajo de vuelta, el guardia lo ignoró y me esposó a la mesa — ¿No me oyó? ¡Que le quita...—

— Las esposas se quedan, es un sujeto peligroso e inestable, le da por ataques de nervios, golpeó al jefe, acosó a una compañera...— ¡Un momento!

Bajo Llave | Jeon JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora