¿Ya no me quieres?

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El sol se estaba poniendo en Sicilia cuando aterrizamos en el aeropuerto. Mis nervios por volar comienzan a desaparecer poco a poco pero soy consciente que ayuda el hecho de que mi adorado marido se ocupe de mí mientras estamos en el aire. Hace dos dias que fui dada de alta del hospital en aquella isla Española para terminar mi recuperación en casa. Dos días de habernos enterado que nuestro hijo estaba creciendo sanamente en mi interior y que teníamos que preocuparnos solo porque tuviera un embarazo sereno y lejos de secuestros, muertes y disparos.

Massimo estaba en el séptimo cielo cuando el doctor nos dio la noticia. Me beso el rostro un millón de veces y repetía continuamente que haría todo para darnos una vida tranquila. Yo no podía de la felicidad al escuchar el latido del corazón de Lucca dentro de mi. Lejos era la cosa más hermosa y alentadora que escucharía jamás en la vida. En la finca nos estaban esperando Domenico con un lindo ramo de flores para mi y mi mejor amiga que me saltó encima una vez puse un pie fuera del auto. Cenamos todos juntos por primera vez en mucho tiempo lejos de sombras o algún mal acechandonos, tranquilos, relajados como cualquier pareja de nuestra edad. Massimo tuvo que atender algunas cosas después de estar casi un mes fuera de casa así que lo deje irse al estudio con Domenico y me lleve a Olga a nuestra habitación.

¿Quieres un masaje?— ofreció tirándose en la cama mientras yo me desvestía delante de ella. —¡Oh por dios, ya se te nota!— ella apunta mi pequeño bulto sobresaliente y yo sonrío. Con el paso de los días después de recibir la noticia de que todo estaba bien con el bebé sentía que crecía cada hora. —Pareces una lagartija con panza.— me río y salto a la cama, ella se cubre con los cojines esperando mi ataque de almohadas pero solo la abrazo fuertemente.

— me río y salto a la cama, ella se cubre con los cojines esperando mi ataque de almohadas pero solo la abrazo fuertemente

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Me hiciste falta.— le hago saber. Siento que sus brazos se aprietan a mi alrededor y un segundo después siento sus lágrimas en mi hombro.

—Sabía que el embarazo pone cursi a las mujeres pero ¿que tengo que ver yo para estar llorando?— se ríe de sí misma mientras se limpia los ríos de agua y rimel de la cara —¡No vuelvas a hacerme esto, Lari!— amonesta sería y yo niego con la cabeza

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Sabía que el embarazo pone cursi a las mujeres pero ¿que tengo que ver yo para estar llorando? se ríe de sí misma mientras se limpia los ríos de agua y rimel de la cara —¡No vuelvas a hacerme esto, Lari!— amonesta sería y yo niego con la cabeza. Nos quedamos tiradas en la cama por no se cuanto tiempo. Ella me hace un resumen de todo lo sucedido desde que me había secuestrado Nacho. Que mi madre no paraba de llamar al teléfono y ella tuvo que decirle que estaba en una segunda luna de miel con Massimo y mi telefono se había ahogado en algún lugar del caribe. Genial, otra mentira que tendría que memorizar para no cagarla ante mi madre. Pensé en mi fuero interno mientras intentaba recordar detalles de lo sucedido en Tenerife y más específicamente con Nacho, que si bien no había sucedido nada entre nosotros aún me causaba escalofríos pensar en él, en sus manos tocándome, en sus labios besándome. —Deja de pensar en sexo, Lari que me dan ganas de ir a por Domenico y no me va a interesar que haya gente mirando.— ella si me lanza una almohada directo a la cara cogiéndome desprevenida.

365 días de vida.Where stories live. Discover now