Desahuciado

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Mi cuerpo se tensa ante la confesión del verdugo que al final de todo ha mostrado su verdadera cara. Tanta amabilidad, galanteria e interés al final de todo tenía un propósito y no era otro que obtener placer sexual de parte mía. Trago la bilis que se me sube a la garganta. Sus dedos aún se pasean por mí silueta pero no me toca, lo cual me pone más nerviosa aún, como si estuviera tratando de provocarme para ver que reacción podía obtener.

-¿Me crees así de estúpida para pensar que acostandome contigo le perdonarían la vida a Massimo?- escupo entre dientes. Sacando mi lado más valiente y mostrándome tan segura de mis acciones como puedo. Soy consciente de donde estoy parada, completamente en territorio enemigo y a su merced en todos los sentidos si se le antojaba hacerme algo.

Él bufa una risa, para él esto no está siendo más que un juego de poder. Tal vez la adrenalina de descubrir que tan lejos puede llegar con la mujer del Capo de la Mafia o gozar del daño que puede causarle a Massimo si llegase a enterarse, incluso probar las mieles de lo que es estar lo más cerca posible de ser un Don, eso que, por mala suerte de no ser primogénito o no tener la suficiente cabeza para ganarse tal cargo no ha podido obtener.

-Yo no he dicho eso.- se aleja de mí, caminando hasta la orilla del muelle mientras se enciende un cigarro pero puedo escucharlo y verlo perfectamente -Tu marido está desahuciado desde el momento en que el consiglio ha decidido. Hablo de la pequeña criatura que han traído al mundo.- la sola mención de mi hijo despierta mis sentidos de leona inmediatamente. Mi mandíbula se tensa y estoy a punto de saltare encima y desmembrarlo por el simple hecho de haberlo nombrado.

-Ni se te ocurra ponerle un dedo encima a Lucca porque no sabes de lo que soy capaz.- lo amenazo y eso, en vez de asustarlo lo hace sonreír ampliamente.

-Me encanta ese carácter eslavo que tienes, Laura.

-Estoy hablando enserio, Nicola. Por mi hijo soy capaz de todo.- estoy hirviendo por dentro de rabia e impotencia.

-¿Vas a matarme? ¿Crees que te tengo miedo? -se burla. Ha vuelto a acercarse a mi. El olor del humo me revuelve el estómago y también su presencia tan cerca. Me estoy odiando por el simple hecho de dejarme ver vulnerable, intimidada por él.

-¿Lary?- Olga ha regresado. Me mira como si estuviera esperando una señal para saltarle encima de ser necesario que Nicola parece entender y mete la mano en el bolsillo de su pantalón. Palidezco, pensando lo peor pero me entrega una pequeña tarjeta de presentación.

-Aquí tienes mi numero de teléfono. Estaré esperando tu llamada, piccola.- dichas esas palabras, saluda con un movimiento ostentoso en reverencia y ambas lo vemos perderse en el local.

Me tiembla todo el cuerpo cuando regresamos al auto. Fabián sostiene a Lucca a un brazo de distancia con cara de auxilio. Mi bebé llora impaciente y con justa razón porque se ha pasado su hora de comer y me lo está reprochado. Se lo quito de los brazos y se calma instantáneamente al sentir mi olor, buscando desesperado por encima de mi blusa su fuente de alimento. Me Pateo mentalmente por haber bebido y no poder darle pecho así que intento distraerlo con el chupete hasta llegar a casa.

-¿Qué es lo que está pasando con ese hombre, Lary? ¿Te mandó flores?- asiento con la cabeza pensando en todo menos en las palabras del diablo porque las ganas de llorar están siendo casi imposibles de contener al tener el cuerpo de mi bebé acurrucado a mi.

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365 días de vida.Where stories live. Discover now