Secretos

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Todas mis terminaciones nerviosas se despiertan en alerta. Mi panza se endurece y instintivamente la cubro, protegiendo a Lucca. Nacho está tranquilo, incluso impacible y me mira con adoración a través del espejo. Me giro para encararlo, mi corazón comenzando a latir a un ritmo desenfrenado.

Veo que está creciendo bien.— dice, acercándose lentamente. Retrocedo instintivamente hasta que choco con el lavabo, dándome cuenta que estoy completamente acorralada. La Laura de hacia unos meses no hubiese dudado en tirarle una patada en sus partes para huir. Eso, antes de tener a Lucca entre nosotros —¿Ya sabes el sexo?— mis ojos vagan desesperados por el lugar en busca de la salida mientras pienso en posibilidades. ¿Gritar? ¿Noquearlo? ¿Usar mi teléfono? ¿Dónde mierdas se meten los de seguridad cuando los necesito?. Nacho llega a mi, su mano acaricia lentamente mi abultado vientre y la respiración se me congela en la garganta. Sus ojos adoran mi panza pero no son los mismos que me miraban hace algunos meses, brillantes y vivos, ahora se veían vacíos, tristes y presturbados.

Es un niño.— logro articular cuando encuentro mi voz por encima de los nervios. Mi instinto de supervivencia me dice que debo salir de allí lo mas rápido posible. Hace meses hubiese estado segura que no me habría hecho ningún daño, eso claro, antes de que me disparase en la finca de su padre.

Un niño...— susurra, arrodilladose delante de mí para estar más cerca. Me besa el vientre. —Mi niño. dice con tono suave. Noto su sonrisa amarga y hay lágrimas en sus ojos verdes. Sólo allí descifro sus palabras. Está hablando de Lucca como si fuese suyo. Me estremezco de sólo pensarlo y contra todo pronóstico vuelven las náuseas a mi estómago.  —Fernando.— me mira desde abajo y toda la sangre abandona mi cuerpo cuando veo la pistola que guarda dentro del pantalón en su cintura. ¿Qué demonios esta sucediendo? ¿Había perdido la razón? ¿Estaba drogado? ¿Qué quería de mí? ¿Secuestrarme? ¿Matarme?

—¿Marcelo qué haces aquí?— susurro, intentando que no se dé cuenta que estoy muriendo de miedo. Tal vez si lo entretenia y hacia tiempo alguien podría entrar y sería el momento perfecto para escapar. Eso o que mi mejor amiga intuya que algo no anda bien si no regreso a la mesa.

No podía con las ganas de verte, mi niña. Han sido meses en los que no he dejado de pensar en ustedes.— se pone de pie, demasiado cerca y me acaricia la mejilla. Está actuando como si nada hubiese pasado, como si nunca me hubiese herido. —No ha sido fácil evadir la seguridad de tú marido.— sonríe y me da un casto beso en los labios. Trago con dificultad la bilis que se me sube a la garganta. —Pero desde hoy podremos estar juntos los tres.

—¿Le hiciste algo a Massimo?— Tengo el corazón en la boca, latiéndome a un ritmo irregular y frenético. No, Massimo.

No, después de todo él me perdonó la vida antes. vuelvo a respirar al escucharlo. El alivio devolviendo el aire a mis pulmones. Hay un ruido afuera de la puerta. Él se asusta, sacando y apuntando la pistola hacia la salida.

—¿Signora Laura, todo en orden?— es Fabián, mi guardaespaldas. Estoy a punto de gritar cuando Nacho me hace una señal con el dedo de que guarde silencio. Trago.

Si, Fabián. Ya salgo.— la voz me tiembla, mucho más ahora que la amenaza de una pistola cerca de mi bebé está a un metro de mi. Nacho sonríe al escuchar que Fabián se aleja de la puerta. Vuelve a acercarse con su mano tatuada que va directo a acariciarme la cara.

Ve, vendré por ustedes en un par de días.— dice, me besa la frente —No le digas a nadie. luego de eso se aleja, escondiéndose en uno de los cubículos de los baños. Mis piernas no reaccionan y necesito un minuto para recordar como caminar.

¿Laura?— la voz de Fabián me hace reaccionar y me precipito a la salida. El chico se me queda mirando detenidamente, tal vez contando mis extremidades o yo que sé —¿Está bien?— asiento, sonriendo para tranquilizarlo y tranquilizarme.

Si, problemas con el zipper.— él me sostiene la mirada pero no dice nada. Es lo bueno de que sólo puedan hablar cuando de verdad tienen que hacerlo. Olga está donde mismo la dejé con dos copas más de champaña de las que recordaba.

—¿Tienes vejiga de elefante o qué?— se burla, cogiendo la cartera y el resto de la lista de invitados del suelo. —¿Nos vamos?— pasamos el resto de la tarde finiquitando los últimos detalles de la boda. No he vuelto a abrir la boca para nada más que no fuese opinar de ello. El sabor del pastel y quejarme de que las rosas azules eran más bonitas que los tulipanes. Regresamos a casa justo para cenar, aún tengo el estómago cerrado por lo sucedido hoy así que me disculpo, fingiendome indispuesta. Ella no hace preguntas y se pierde en cuanto ve a Domenico que nos espera para abrirnos la puerta del auto.

 Ella no hace preguntas y se pierde en cuanto ve a Domenico que nos espera para abrirnos la puerta del auto

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Massimo está en su estudio y decido que no estoy lista para encararlo. En este momento solo necesito un largo baño y tratar de relajarme. Aún siento la panza que me tira de tensión y no he sentido moverse a Lucca desde nuestro encuentro con Nacho. Me meto bajo la regadera con el agua caliente a todo lo que da, masajeando y acariciando mi piel y hablándole a mi vientre dulcemente.

Todo está bien, conejito.— continúo hasta que siento que se me destenzan los músculos. Estoy girada hacia la pared así que sólo siento unas manos que sustituyen las mías. Doy un respingo asustada y Massimo da dos pasos atrás por mi reacción. Al darme cuenta que es él me guindo a su cuello, toda empapada y con el rastro de pánico en mi.

Hey ¿qué sucede?— él me acaricia la espalda mojada y me siento como la mierda al no poder decirle lo de nacho por miedo a lo que pueda pasar  si se entera.

Me asusté porque no te oí entrar.— me excuso, aspirando su aroma característico arremolinado en la camisa.

—¿Por eso el abrazo asfixiante?— se burla de mí pero no me suelta y eso hace que se me pase el temor.

—¿Que no puede una mujer extrañar a su esposo? él me aprieta el trasero, mi panza empuja su duro vientre y se muerde el labio cuando imito su acción. Tiene un culo magnifico que quisiera morder a todas horas.

Me haré cargo de ello— me empuja hacia la regadera, él aún vestido y mi espalda desnuda choca contra el granito oscuro de la ducha. Le quito la camisa bruscamente mientras se le apega a cada musculo de su cuerpo por el agua. Veo su maravillosos hombros desnudos a través del espejo y me congelo. La imagen de Nacho regresa a mi y la sacudo, respondiendo al beso desenfrenado de mi marido.

 La imagen de Nacho regresa a mi y la sacudo, respondiendo al beso desenfrenado de mi marido

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365 días de vida.Where stories live. Discover now