365 días de vida.

Inconsciente.

Me acurruco bajo las sabanas avergonzada y enojada conmigo misma hasta la raíz del pelo. Massimo me mira desde la silla que descansa justo al lado de nuestra cama. No ha dicho una palabra desde que fingí tener un orgasmo hace algunos minutos en la ducha. Sus caricias y besos, el agua que corría por nuestros cuerpos desnudos y todo el momento no fueron suficientes para quitarme de la cabeza la cara de Nacho, sus ojos verdes perturbados y sus palabras. Nos vemos en unos días... Mi niño... Fernando...

¿Qué pensaba hacernos? ¿A Massimo? ¿Estaba en algún lugar de la casa acechándonos? ¿Sería capaz de hacerme daño?. Necesito decírselo a Domenico.

-¿Me vas a decir que te pasa?- la voz de mi marido es un reproche lastimero. Creo que acabo de herir su orgullo masculino hasta lo más profundo. Lo miro con ojos de disculpas. Jamás en la vida había tenido que fingir placer y dentro de mí pensaba de haberlo hecho bien pero se me olvidaba que Massimo conoce mejor mi cuerpo que yo misma y todo se fue a la mierda en cuanto se dio cuenta.

-Solo estoy cansada, Massimo.- no me creo ni yo esa excusa pero es la única carta que puedo jugar hasta que tenga un plan para llevar la reaparición de Marcelo. Él no deja de mirarme curiosamente.

-Eso no justifica que finjas, Laura. Ninguna mujer había fingido jamás conmigo.- lo fulmino con la mirada. ¿Qué los hombres no tienen conexión entre el cerebro y la boca?

-No creo sea el momento para hablar de tus mujeres.- escupo entre dientes, levantándome de la cama directo a vestirme y dejarlo sólo. ¿Cómo se le ocurre decir eso delante de mí. De Lucca?

-¿Tienes el coraje de hacerme una escena de celos?- lo siento seguirme dentro del closet.

-¿Y tú tienes el coraje de hablarme de tus tantas putas? ¿Delante de tu hijo? ¿Te gustaría saber que en mi amplia vida sexual jamás había fingido?- él se tabalea ante mis palabras. Sus ojos ardiendo de rabia pero noto que se contiene para no estallar como de costumbre.

-¿Amplia vida sexual?- me gruñe, literalmente. Levantando las cejas con un poco de incredulidad y Golpeando la pared junto a él. No me asusto, conozco el carácter explosivo de mi marido y dos pueden jugar el mismo juego.

-¿De verdad quieres que discutamos de mis amantes, Massimo? Estoy segura de que tu me llevas mil leguas de ventaja en ello.- me pongo un vestido de verano holgado, que por la panza me queda aún más corto pero no me importa e intento salir del lugar sin ganas de seguir con esta discusión absurda. Tengo que encontrar a Domenico. Necesito contarle a alguien que estamos en peligro. Alguien que no sea Massimo porque eso nos pondría en más peligro. Mierda La boda... Olga. Él me detiene cuando intento salir, rodeándome con los brazos pero me lo sacudo. Al final de todo esta pelea me conviene, así lo tendré lejos por un par de horas hasta que hable con su hermano.

Para mi fortuna Massimo tiene algunos asuntos que atender así que se pierde en su oficina y deja pasar lo sucedido. Me voy en busca de Domenico. Lo consigo en la piscina, con Oli, para el bien de mis ojos están vestidos y sólo comparten castos besos en las escaleras. Hay una bruma de vapor por encima del agua ya que la piscina es regulada para disfrutarla también en invierno.

-¿Te unes, Lari?- Oli me ve llegar desde la oscuridad de la noche. Está radiante y toda eufórica e inmediatamente se que acaban de terminar de copular entre ellos. -El agua está hirviendo- se ríe fuerte y me doy cuenta que está borracha.

-No gracias, no quiero nadar en el semen de tu futuro marido- le grito en Polaco mientras me siento en una de las tumbonas, cubriéndome con la manta.

-Kocham cię dlatego, że jesteś bardzo (Te amo porque eres muy aburrida)- me río de la cara de perdido de mi cuñado ante nuestro dialogo y ella se lo sacude mientras sale del agua.-Voy por más vino. ¿Quieres un poco de esa mierda sin alcohol que tanto te gusta?- niego con la cabeza. Se acerca, me besa en la frente y la vemos danzar toda empapada y tambaleante dentro de la casa.