Cobarde

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Las lágrimas no me dejaban ver el rostro de mi amado italiano. Todo mi cuerpo hormiguea de miedo ante la sola idea de que pudieran hacerle daño.

-No pueden hacerte eso.- susurro, rogando que sean solo suposiciones suyas.

-Desde que llegaste a mi he cometido muchos errores. He traicionado todos mis deberes y derechos- un sonrisa irónica sale de su boca. -He descuidado el negocio por cuidar de ti, pasado por encima de la única familia que he conocido durante toda mi vida por mi capricho de tenerte, Laura.

 -He descuidado el negocio por cuidar de ti, pasado por encima de la única familia que he conocido durante toda mi vida por mi capricho de tenerte, Laura

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-Dices que la familia es lo más importante para ustedes, ahora tu tienes una familia. Ellos tienen que entender eso.- mi desesperación es palpable. 

-Lo máximo que pueden hacer es dejarme vivo hasta que Lucca nazca, eso si tienen suficiente piedad de mí.

Massimo yo no pienso dejar que te maten! Puedo hablar con ellos, puedo ser la esposa de la mafia que desean- me guindo a su cuello. No, él no.

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-Pequeña, ojala el mundo fuera tan blanco y negro como tu lo ves

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-Pequeña, ojala el mundo fuera tan blanco y negro como tu lo ves.- sus palabras no me reconfortan. 

-¿Te resignaras?- gruño indignada, soltandome de su abrazo como si este me quemara. Él me mira tranquilo, como si no estuviéramos hablando de su vida en lo absoluto.

365 días de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora