Renacer

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La oscuridad comienza a desvanecerse a mi alrededor lentamente. En las últimas horas me he sentido dentro de una especie de esfera que gira sin pausa. Como si estuviera cumpliendo el mismo ciclo lentamente de manera infinita. Hay una voz que me habla, me susurra cosas Inentendibles pero que a su vez siento cálida, como un abrazo cariñoso de algún ser querido o extenderse a tomar el sol en verano. No se dónde estoy pero básicamente siento eso, una luz y esa voz que me acompañan en toda esta oscuridad y silencio. ¿Es esto la muerte? ¿Así se supone que se siente morir? De ser así ¿por qué no hay testimonios que nos confirmen que no es tan malo?. Siento paz como nunca antes lo había hecho. Rodeada de calor y mucha energía positiva. Lo único que quería era quitarme la venda de los ojos y ver la luz. Nunca me ha gustado la sensación de incertidumbre que trae consigo la oscuridad y por lo visto eso no había cambiado en lo absoluto ahora que estoy muerta.

-Vamos Laly.- ¿Kuba? ¿Qué hace él aquí?. No es la misma voz que me ha acompañado todo éste tiempo. Está llena de ansiedad y tristeza y en vez de traerme paz me hace sentir que algo no está bien -Despierta.- ruega. De a poco la oscuridad comienza a caer y voy siendo consciente de mis extremidades. Siento calor en mi mano derecha y algo que me obstruye. El dejavú más horrible que alguien puede experimentar se manifiesta ante mi. No puedo tragar porque tengo algo que me corta la garganta y siento arcadas repentinamente. La luz que tanto estaba pidiendo me ciega cuando abro los ojos trayendo lágrimas instantáneas. -¡Laura!- Jakub salta de pie cuando me incorporo de golpe para quitarme de la luz que me ciega. El calor en mi mano es causado por la suya que se aferra a mi como nunca antes y mis oídos duelen por el ruido de las máquinas que se han vuelto locas a sonar y pitar. -Gracias a dios.- aquella frase es un respiro de alivio por parte de mi hermano. Mis ojos se acostumbran a la claridad y su figura borrosa comienza a ganar forma delante de mí. Tiene unas ojeras espantosas y la barba descuidada de días sin hacer. Sus ojos están vidriosos por las lágrimas contenidas pero llenos de alegría. Trato de sonreírle, pero una nueva arcada se hace presente cuando un ejército de médicos entran a la habitación. Lo apartan de manera brusca mientras intento aferrarme a su mano desesperadamente. Hay conversaciones demasiado mecánicas a mi alrededor y la pesadez que tengo en la cabeza me hace imposible entender algo.

Estoy vomitando líquido blanquecino cuando los médicos sacan el tubo de mi garganta dolorida. Me revisan los ojos, los movimientos y me hacen mil preguntas que con dificultad contesto. ¿Qué ha pasado? ¿Qué hago aquí? Mi último recuerdo lucido era con mamá en la piscina del hotel, relajadas, tomando el sol. ¿Dónde está ella? ¿Dónde está Massimo?

-¿Cómo te sientes?- Jakub ha recuperado el habla después que los médicos se han retirado. Está susurrando, como si no creyese que estoy consciente o incluso viva mientras miro el techo unicolor e intento recuperar el habla y recordar por qué estoy aquí. Repentinamente, mi mano viaja a mi vientre de forma instintiva y siento como el alma abandona mi cuerpo al no percibir absolutamente nada allí.

-Lucca- susurro. La voz me sale cómo la de un hombre fumador de años, estrangulada de ansiedad al sentir la benda que cubre la parte baja de mi vientre y sentirme vacía por dentro, sin vida. Ésto no puede estar pasando otra vez, tiene que ser una pesadilla todo.

-Laly, Laly, respira.- Jakub me empuja a la cama cuando intento levantarme rápidamente. La cabeza me da vueltas y vuelvo a sentir arcadas al marearme. Cierro los ojos, comenzando a hiperventilar y las lágrimas me inundan con gruesas gotas que caen en cascadas ante la horrible realidad. Mi bebé no, mi Lucca. Mi pequeño conejito, nuestra pequeña felicidad se había esfumado como agua en los dedos. Me acurruco en la cama, las vías intravenosas que están conectadas a mis brazos llenos de moretones se enredan pero poco me importa. Si ésto estaba sucediendo realmente quería regresar a la oscuridad para no sentir el dolor lacerante que me estaba consumiendo desde dentro -Él está aquí, Laly. Está vivo, como tú.- esas palabras son como un canto para mí alma herida y lloro incluso más de alivio, sintiendo como mi hermano se sube a la camilla detrás de mi espalda y me abraza, llorando conmigo como nunca antes lo había hecho. No se cuanto tiempo pasa pero cuando me recupero mi único pensamiento es Lucca y sólo puedo pronunciar que necesito verlo. -Tengo que llamar a tu doctor, necesito saber si puedo llevarte.

365 días de vida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora