Adonis

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Hay una conmoción en la puerta de mi habitación de hospital. Los guardias de seguridad y nuestros guardaespaldas todavía se apuntan con armas cuando entra mi doctor de cabecera. Grita hacia ellos y estos desaparecen, nuestros chicos bajan las pistolas y esperan instrucciones de Massimo que asiente con la cabeza. Sé que todo ésto del descuido de Fabián y Francesco no se quedará así y sólo espero que lo único que les haga sea gritarles o despedirlos.

El doctor reprende a mi marido en Italiano. Mi escaso conocimiento de la lengua sólo me deja entender que la dirección del hospital se enterará de todo el show que acabábamos de armar y Massimo se ríe burlonamente. Al parecer el médico aún no había entendido que mi marido es el dueño de casi toda Sicilia.

-¿Quiere que firme el alta de la señora?- está sorprendido de la richiesta de Massimo.

-Si. Tenemos que tomar un avión en dos horas.- sentencia con tono poderoso. Lo miro perdida. No podíamos irnos así como así. Los latidos del corazón de nuestro hijo eran aún un tamborileo desesperado. En cuatro días teníamos la boda de Oli y Domenico. Vendrían mis padres y estaba todo preparado para el gran evento. No me perdonaría jamás que todo se fuera a la mierda por culpa de Nacho o lo que es igual, mi culpa.

-Usted no ha entendido la gravedad del asunto, Don Massimo. Si la señora Laura sale de aquí y lo que es peor aun, toma un vuelo lo que pueda sucederle a ella o al bebé será su responsabilidad.- dicho eso, sale de la habitación. Sus palabras me asustan y siento un escozor en el vientre. Mis manos viajan directo allí. En ese instante me doy cuenta de lo que significa ya no pensar en ti como prioridad sino en la vida que crece en tu interior. Poco me importaba que Massimo se enojara conmigo por no querer arriesgar a Lucca con su repentina idea de irnos, ni de Marcelo o Adriano. Solo quería que mi bebé estuviera bien.

-Massimo, escuchalo.- le ruego. Estoy tratando de mantener la calma porque me han entrado unas ganas de llorar absurdas. Todo esto era absurdo. ¿Por qué tenía que ser así? ¿Por qué no podíamos simplemente vivir tranquilos? Criar a nuestro hijo, pelearnos cómo cualquier pareja, tener de enemigos sólo a los vecinos de casa por tener la música alta o que los niños molestaran con la pelota que caía en su jardín. ¿Por qué tanta maldad, incertidumbre, sosobra? ¿Por qué?

-Laura, tengo que sacarte de aquí. no se donde mierdas esta metido Matos. Si tiene cómplices o que tiene en mente. - en menos de 10 minutos su cara angelical y adorable mientras dormía había cambiado a una de preocupación. Parecía años mayor y ausente. Sus ojos verdes eran oscuros, intensos mientras me suplicaba con ellos. 

-¿Pero la boda?

-Me importa una mierda la boda. No me voy a arriesgar a que te suceda algo de nuevo.

-!Pues a mi si me importa! ¡Y yo no me voy a arriesgar a que a Lucca le suceda algo por no tener atención médica!- le grito -Tienes comprado medio ejército ¿No?. Ponme la seguridad que quieras, blinda el hospital o encierranos dentro un bunquer pero ni mi hijo ni yo nos movemos de esta cama.- me planto, firme y obstinada y él no tiene más remedio que callarse. Las horas siguientes lo escucho todo el tiempo gritar al teléfono. Habla en italiano, inglés y hasta alemán lo cual me sorprende pero no pregunto qué está haciendo. Noto que me relajo después de todo lo ocurrido y cómo los latidos de Lucca comienzan a descender en el aparato y eso me hace estar más tranquila. Duermo un poco. Las enfermeras limpian el desastre de las flores y me traen algo de comer. Afuera me doy cuenta que hay tres hombres con lo que deduzco son uniformes militares y armas de alto calibre. Por más que trato de acostumbrarme a ver gente armada a mi alrededor siempre me terminaba causando escalofríos en la columna. Olga llama para saber como estoy y para avisarme que en casa también hay un ejército de gente armada. Massimo ha tomado mi palabra al pie de la letra.

365 días de vida.Where stories live. Discover now