Palermo

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-Vieni per me, amore mio (Vente para mi, amor mio).-gimo en voz alta mientras soy llevada al borde del placer por mi marido. Estamos en su estudio, mi cuerpo extendido en el duro roble del escritorio lleno de papeles. Mi espalda se resbala por el sudor y por cada uno de sus empujes dentro y fuera de mi intimidad que pulsa. Sus dedos vuelan hacia mí boca, los lamo desesperadamente pero no los mantiene allí por mucho tiempo, dirigiéndolos a mi entrepierna con toda la intención de atormentarme aún más de ser posible -Vente para mi- me susurra en el oído. Su voz jadeante, sus dedos martillandome el clítoris y ese acento Italiano son suficientes para enviarme fuera de este mundo. Me arqueo como un puente, gimiendo y tirando aire a mis pulmones mientras todo mi ser palpita de placer.

Massimo no se detiene

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Massimo no se detiene. Su cuerpo está completamente cubierto de gotas perladas por el sudor. Se ve caliente, hermoso y mio. Me gustaba la forma en que se agotaba, es algo que me excita hasta el límite. -Te haré llorar de placer, esposa mía.- lo escucho luego de que mi cuerpo vuelve a la tierra. Mis piernas ahora están en su cuello y lo siento tan profundo que doy un respingo por no estar esperando su embestida brusca. -¿Te duele?- la cara de Massimo cambia instantáneamente y se congela aún enterrado en mi. Estiro mis manos hacia su increíblemente bien formado trasero y lo empujó más cerca, hundiendo mis uñas en su piel. Él se recupera al darse cuenta de que no hay de que preocuparse y me sonríe malicioso.

-Tu hijo te está pidiendo un respiro.- jadeo cuando comienza a hacer círculos con sus caderas. Mi cuerpo calentándose una vez más.

-Cuando seas grande entenderás que difícil es resistirse, piccolino mio* (pequeñito mio*) .- dice sonriendo. Volviendo a tomar ritmo, escalando, empujando, quitándome el aliento y me pierdo otra vez en su vaivén delicioso.

...

-Sono innamorata persa di te (estoy perdidamente enamorada de ti)- Massimo intenta por decimoquinta vez hacerme repetir sus palabras. Lo miró mal desde debajo de su brazo, Estudiando las palabras y la pronunciación en mi mente antes de dejarla salir. No me gusta ser la burla de nadie, él lo sabe bien pero me hace ilusión su empeño ante el reto que se le ha metido en la cabeza en los últimos minutos. - Dai, non è così difficile. (Vamos, no es tan difícil)- insiste. Y sólo para cerrarle la boca lanzo lo primero que mi cerebro colega como una frase en Italiano, disparando una estupidez. -Amore...- y entonces pasa, estalla en risas en mi propia cara.

Me alzo de la cama desnuda y completamente indignada. Se está retorciendo literalmente en nuestra cama. Lo miró mal, en este momento quiero lanzarle la primer cosa que pueda conseguir cerca de mi. Pará su suerte sólo consigo un jarrón demasiado pesado de cargar.

Deja de reírte de mi!- le grito. Insultandolo en Polaco entre dientes. Estoy segura que si decidía ponerlo a prueba con el Polaco el que reiria en la habitación sería otro. No se que hora es. La fiesta ha acabado hace algún tiempo. Oli y Domenico seguro están ya sobrevolando el océano Pacífico con destino a su Luna de Miel y cogiendo como conejos a diez mil pies de altura. Nosotros regresamos a la habitación justo después de despedirlos y de nuestro loco momento caliente en el estudio. Después de lo sucedido en el jardín literalmente le salté encima. Lo necesitaba, necesitaba saberlo mio, que estaba allí, que todo esto era una pesadilla y que sólo en sus brazos podía olvidarme de nuestro destino, del dolor. No que fuera el mejor modo para resolver las cosas pero para nosotros siempre había funcionado. Era nuestro modo de que volviera todo a la normalidad, nuestro modo para drenar malos pensamientos, miedos, como un botón de recet que hacia partir todo desde el inicio.

365 días de vida.Where stories live. Discover now