2. Nos vemos en el universo

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Esta era mi transformación menos favorita, no podía hablar bien, como cuando era humano, pero tampoco podía correr bien, como cuando era lobo, no me sentía tan libre como cuando estaba en mis cuatro patas. Pero cambié al igual que lo hicieron mis padres y mis hermanos, pude sentir mi cuerpo volverse un poco más grande y peludo, la mano de mi papá se agrandó mucho y sentí que me apretaba con más fuerza, mi olfato se volvió más agudo y me comenzó a molestar la multitud de olores diferentes que había allí, por la gran cantidad de lobos reunidos. También fui demasiado consciente, luego de cambiar, que había demasiados ojos en mí. Se me erizaron los pelos al notar como me miraban, cabezas se volteaban a verme, no me gustaba nada en lo absoluto, no era lo mío ser el centro de atención. Mi papá podía oler mi inseguridad, creo que por eso apretó mi mano.

―Tranquilo ―me dijo bajito con la voz grave y gruñida que salía cuando estaba en esta forma, y yo solo me apegué más a su costado. No entendí bien en aquel entonces por qué las cabezas parecían mirarme solo a mí, mis hermanos también eran niños, de hecho, los gemelos eran más pequeños que yo, pero nadie parecía tan interesado en los lobos de pelaje café algo rojizo como lo estaban en mí.

Sin embargo, guardé silencio mientras entrábamos todos a la reunión, nos dirigimos hacia una parte donde las gradas estaban vacías y nos sentamos allí, papá me sentó entre él y dada, pero junto a Themis, que también estaba entre los dos. Tal vez era que destacaba mucho por mi color, mi papá es de color negro, mi dada de un café rojizo, Len es de pelaje negro como papá y los gemelos de un café rojizo un poco más oscuro que el de dada, pero yo era distinto. Me convencí de que era por eso, de que destacaba por mi color. Aunque nadie parecía estar mirando más al tío V o al tío Cris, que eran blancos ¡Ellos sí que destacaban!

No lo entendería hasta más adelante. Las gradas terminaron de llenarse. La Luna brillaba en el cielo, pero era una media Luna, en creciente. Cuando no quedó nadie más afuera de pronto todos hicieron silencio. El hombre que, ante nosotros, se había presentado como Gael, se acercó al centro del campo. Había muchísima gente, no sabía cuántos, me parecían cientos, pero considerando que era la población de lobos total que existía, tal vez debieron de no parecerme tantos. El hombre alzó la voz.

―Soy Gael Segreti líder del Clan Guardia de la montaña, presento a mi clan ante ustedes ―su voz sonaba algo más aguda como lobo, era blanco con el pecho ligeramente gris. Comenzó a llamar nombres y entonces, quien nombraba, daba un paso al frente, decía sus nombres y su segundo género. Miré a papá.

―¿Por qué...? ―pregunté bajito y no alcancé a terminar cuando él me interrumpió.

―Porque son el clan más grande, ellos se presentan primero y luego simplemente seguimos hacia el clan que esté sentado a su derecha ―respondió rápido y me hizo un gesto con el dedo para que no preguntara más, vi a todo los lobos de su clan presentarse, entonces pasaron al siguiente, el clan Tierra de Luna. Y así un clan tras otro hasta que nos tocó a nosotros. Tal vez por mi nerviosismo, pero sentí que el silencio fue más profundo que antes, tía Dalia se puso en el centro del lugar, todos nosotros bajamos de nuestros asientos para seguirla, me mantuve apegado a mi papá. Éramos veintitrés, y comenzaron a presentarnos por familia, empezando por la tía Merel. Siguieron entonces con su primera hija, la tía Moira y luego sus hijos Blaise y Gregory, la tía Milena y su hija Maple, y al final el tío Munir, que tenía a los «tíos» más jóvenes de hijos, y es que el tío Munir era primo de mi abuela Saskia pero era bastante menor, su esposa es japonesa y su hijo mayor es Tooru, de dieciséis y su hija menor Kanade, de catorce.

Luego de ellos pasaron a nuestra rama familiar, primero el tío Arend y sus tres hijos, el tío Crisantemo y la tía Azalea, la tía Dalia los presentó como sus hermanos. Luego la tía Vera, a quien casi nunca veíamos y luego la abuela Saskia, y entonces mi pulso se aceleró porque presentó a papá y él soltó mi mano y la de Len para dar un paso adelante, y luego a mi dada como su pareja, que soltó las manos de los gemelos para acompañarlo, y entonces dieron un paso hacia atrás y tía Dalia continuó y sentí que me apretaba el cuerpo.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now