12. El caballero de los brazos de oro

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Jae

No había sido una decisión fácil tomar a Min-Jun bajo nuestra tutela, pero al mismo tiempo no había sido difícil. Cuando Dalia mencionó que Arny podría reclamar el derecho a «castigarlo» en nombre de Rhea, supimos que si lo condenaban esta sería la única forma de salvarlo. Lo hablamos, si era encontrado culpable, tendríamos que esperar que Océano lo exiliara para así reclamar su tutela, fue idea de Arny «tendremos que frasearlo diciendo que su condena será cuidar por siempre de Rhea». Entonces lo miré con cuidado, porque Dalia nos explicó lo que esto implicaría, el muchacho quedaría a nuestro cargo y no sabíamos de él más que lo que nos había dicho nuestro hijo, en mi cabeza se repetían las palabras que me había contado, que él no sabía que unos padres pudieran amarlo solo por ser quien era. Hacerse cargo de un muchacho que entraba a la adolescencia, del que no sabíamos casi nada, no era una tarea fácil pero ¿qué otra opción teníamos? ¿La querríamos si la hubiera?

―No lo vamos a dejar morir ―lo lograríamos, no estaba seguro de cómo, pero sabía que lo haríamos.

―Zhirayr tendrá que creer que no lo queremos ayudar o no lo liberará ―comentó Dalia y Arny asintió. Puso sus ojos en mí.

―¿Estás realmente bien con esto? ―sentí que debía ser yo quien se lo preguntara a él, porque sabía de sus celos por Rhea y lo que el muchacho sentía hacia él.

―¿Lo estás tú? Yo sé lo que es que te salve una familia maravillosa ―le sonreí suave―, quisiera hacer esto por alguien más ―creo que en el fondo siempre había querido hacerlo, ayudar de este modo a alguien, tal como habían hecho conmigo. Es solo que nunca me había dado cuenta hasta ahora, había estado dentro de mí todo el tiempo y ahora que la oportunidad se presentaba era como si encajara una pieza del puzle que ni siquiera noté que faltaba― ¿Tú te sientes bien? ―Arny lo pensó un momento, porque me respetaba lo suficiente como para no darme un «sí» solo por compromiso.

―No será fácil, pero no quiero que muera, no se lo merece y creo que podremos cuidar bien de él ―le apreté las manos.

―Dime que lo cuidaremos como si fuera nuestro también ―le pedí suave, él me besó la frente.

―Tal vez me cueste un poco, pero haré lo mejor posible ―eso era más que suficiente, porque sabía que «lo mejor posible» de Arny sería increíble, jamás podría ser de otro modo.

―Si realmente pasa ¿estarán bien financieramente? ―Dalia nos miró seria, sabía que lo preguntaba porque en tal caso no tendría problema en hacer que el clan nos ayudara económicamente. Sin embargo, no pagábamos por la casa en la que estábamos, ya que le pertenecía al clan, y sí, teníamos los gastos del vehículo y cuatro hijos, pero las ventas de mis libros infantiles iban bien y ambos teníamos trabajos estables. Es decir, lo ideal sería que al momento de ir a la universidad obtuvieran becas, pero eso ya era una realidad antes de que llegara Min-Jun porque teníamos cuatro hijos. No nos íbamos a morir de hambre, teníamos ahorros y ganábamos dinero suficiente para mantener a alguien más, no nadábamos en dinero, pero estaríamos bien. Arny, por supuesto, no tenía idea del tema, así que solo me miró a mí esperando la respuesta con la misma curiosidad de Dalia.

―Podemos hacerlo, pero si necesitáramos tu ayuda te lo haríamos saber ―ella lo aceptó, su trabajo no era fácil, ser la líder del clan era más que solo reunirse con líderes y cuidar del bosque en el sector que nos correspondía, en nuestro caso el liderazgo la convertía en la matriarca de la familia, ella era quien velaba por el bienestar de todos y debía preocuparle que cada miembro de la manada estuviese bien.

Al final regresamos con Min-Jun.

Arny había bromeado al respecto mencionando lo de los cinco hijos (siempre he sospechado que es medio brujo), lo que no me extrañaba porque bromear era una de las formas en que asimilaba todo. Pero yo me preguntaba si podríamos recomponerlo, porque haber sido rechazado de ese modo por su clan y que nadie, ni sus padres biológicos quisieran ayudarlo... debía de haberlo roto en más de un modo, me dolía de solo pensar en el grito desgarrador que había soltado al ser exiliado, la soledad aplastante que debía haber estremecido su cuerpo. Quería creer que podríamos ayudarlo, que su juventud sería nuestra mejor aliada, que si había aguantado hasta ahora, debía ser fuerte. Cuando llegamos al clan todos estaban cansados, aunque habían pasado muchas cosas, la mayoría había dormido aún menos que nosotros (que nos habíamos acostado por la mañana) y solo querían ir a descansar, pero al bajarnos del vehículo me di cuenta de algo.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now