29. Las lágrimas son parte del encanto

4.4K 431 523
                                    

Mi creación es maravillosa.

Puede que parezca solo una montaña de ropa pero no importa, me hundo en ella, me rodea y huele increíble, es el mejor lugar del mundo justo en este instante. Mi nariz se hunde en una camiseta y el peso de las telas impregnadas de aquel elixir me encanta.

―¿Rhea has visto mi...? ―la fuente más deliciosa de todos los aromas aparece al fin, sus ojos se abren inmensos―. Estás en celo.

―Ven ―estiré mis brazos cubiertos por la ropa, pero él negó ¿por qué? ¿No ve que lo necesito?― ¡Jun! ―siento que quiero lloriquear pero él salió del cuarto y me enfurruñé entre la ropa, quería oler más a él, estábamos de vacaciones ¿por qué no pasarlo juntos? Lo quería conmigo, abrazándome, besándome, llenándome. La puerta se abre y sonrío, pensé que era Jun pero es papá, trae mi supresor―. No. No quiero ―me escondo debajo de la ropa pero él se acerca muy calmado.

―Rhea, que solo tienes dieciséis ―saca la ropa que me cubre poco a poco ¡Y me había quedado tan bien!

―Casi diecisiete, la misma edad que dada ―me terminó de descubrir, no era justo.

―Sí, pero nosotros nos habíamos graduado y queríamos un bebé, anda ―me entrega el supresor y hago un puchero pero me lo inyecto, papá me acaricia el cabello―. Muy bien.

―¿Y Jun? ―lo quiero conmigo.

―Le afecta más tu aroma, están vinculados, salió de casa ―lo quería conmigo―, se adelantó tu celo ―me encogí de hombros, se me olvidaban a veces las fechas pero Jun siempre se acordaba. El calor comenzó a disminuir y empecé a sentirme mejor, el supresor era de efecto rápido. Miré la ropa que me rodeaba.

―Me había quedado lindo mi nido ―susurré con pena y papá asintió.

―Sí, bizcochito ―lo miré con curiosidad.

―¿Cómo son los de dada? ―nunca los había visto, rara vez ellos pasaban su celo juntos, dada se inyectaba, aunque cuando crecimos más y su celo caía un fin de semana sí se habían tomado el tiempo. Pero tampoco lo había visto porque no lo pasaban aquí en casa sino en una cabaña en el bosque.

―Los de Jae son... ―parece buscar la palabra― muy Jae ―sonríe―, organizados, dobla la ropa y arma un nido con paredes techo y todo ―me provoca reír, sentía que el mío me cubría más.

―Suena muy dada ―papá asiente.

―Sí ¿te sientes mejor? ―estoy menos agitado, mi sonrisa responde y él me besa la frente―. Qué bueno, debes tener más cuidado y llevar supresores contigo hasta una o dos semanas antes de tu celo, ya sé que ahora solo le afectan a Jun, pero no significa que para ti no sea incómodo ―era cierto, sí me sentía más débil en estas instancias.

―Le pediré a Jun que me recuerde ―y dicho eso salgo a buscarlo.

Jun

El aroma de Rhea se había sentido como la cosa más adictiva que existe. Me imagino que así deben de sentirse los adictos a las drogas cuando se la ponen en frente. Ni siquiera puedo describirlo. En el pasado Rhea había tenido su celo pero dormíamos separados y se inyectaba antes de que sus feromonas se pudieran liberar del todo, siempre las sentía pero muy vagamente y cuando el supresor hacía efecto total podía notarlo, pero su aroma era más un ruido lejano. Hoy había sido distinto, su celo había avanzado lo suficiente como para verlo de ese modo, con sus ojos de aguamarina mirándome fijo, anhelándome, totalmente precioso perdido entre mi ropa. Había sido la visión más adorable y sexy del mundo y me costó todo mi autocontrol no lanzarme sobre él y en cambio ir a buscar a papá. Si hubiese dado solo un paso dentro de la habitación, si me hubiese acercado más hacia el sireno que me llamaba con su canto... no habría podido resistirme, no a él. No a mi omega.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now