14. Aquí no rompemos sueños

4.6K 494 657
                                    

Min-Jun

Aun si la cama está repleta de su aroma, no es lo mismo si no está él.

Jae me dijo que duerma aquí mientras Rhea no está, el colchón se siente un poco más suave que el de abajo, pero la verdad eso no me importa, pasé gran parte de mi vida durmiendo en el suelo, podría volver a hacerlo sin problemas, sin embargo, tener a Rhea a mi lado, siento que esa es una añoranza que tendré toda mi vida, cada noche que él no esté, porque mi corazón se calma cuando lo siento a mi lado, aferrándose a mí y al mismo tiempo cobijándome en sus brazos. Nadie me había cobijado del modo que lo hacía él. Rhea me salva, en mi mundo se supone que los alfas debemos salvar a los omegas pero es siempre él quien me salva a mí, de Zhirayr, de la tortura, de la muerte, de las pesadillas, del miedo... él me sigue salvando, incluso ahora. Sus mensajes me salvan de una tristeza avasalladora que no sé de dónde viene, porque aquí no es como en Océano, todos me tratan distinto.

Desearía que no se hubiera ido.

Jae me había dicho las razones, Rhea necesitaba respirar aires distintos, tomar una nueva perspectiva porque se estaba aferrando a mí como una tabla de salvación y eso no era sano. Lo cierto es que no me importa ser su tabla, pero no podía decir eso, no me importa que Rhea me use como vea necesario si eso me mantiene a su lado, es el lobo más increíble que he conocido y quiero una vida junto a él. Supuse que a Jae no le gustaría escucharlo, a Arny mucho menos, y de todos modos, estoy demasiado acostumbrado a guardar silencio frente a los adultos, hablar puede traer muchos problemas, además había dicho «también queremos que pases un tiempo más con nosotros, no solo con Rhea, imagino que no debe ser fácil, pero queremos ser tu familia también». Nadie había querido ser mi familia nunca. Ni siquiera los que llevaban mi sangre. A veces me preguntaba si me admitían porque sus hijos eran lobos puros, como yo, pero no, hacía tiempo que sabía que las cosas no eran así, había aceptado que aunque Zhirayr me hubiese dicho aquella mentira para calmarme, el rechazo venía por mis padres, por como nací, no por mi estatus. Y sabía que a sus padres tampoco les importaba, de otro modo, Rhea no me hubiese rechazado la primera vez luego de decirme que todos los lobos somos iguales.

Sospecho que Rhea es un milagro, su dulzura, la suavidad de sus palabras, la calidez de su cuerpo, el confort de su presencia entera, todo me parece mágico, irreal. Los milagros son acciones divinas y su existencia solo puede haber sido posible gracias al beneplácito de algún dios, probablemente el dios lobo. Tal vez por eso Rhea es dorado, tal vez dios se dio cuenta de lo maravilloso que había hecho y quiso marcarlo con ese color para que todos supieran que era obra de él. Había escuchado sobre él antes de verlo, de él y de sus hermanos, cuatro lobos puros, como yo, recuerdo que Zhirayr me llevó con él para que los introdujeran y cuando lo vi, en los brazos de Jae, me pareció el niño más interesante del mundo. Su piel tostada y su cabello claro, su mirada esquiva de ojos transparentes, pensé que era el ser más bonito que había visto en mi vida...

Y yo nunca había tenido nada bonito.

Puede que fuera estúpido e infantil pero lo quise para mí, nunca deseé ser amigo de alguien tanto como de Rhea en aquel entonces. Quería abrazarlo como veía que hacían otros niños con sus amigos y hermanos, quería correr con él y jugar. Incluso después de su rechazo sentí que aquello pasaría, que algún día él se daría cuenta de su error y jugaría conmigo. No pensé que quien cambiaría y se diera cuenta de sus equivocaciones sería yo. Pero al menos ahora me abrazaba con fuerza. Soñé futuros distintos, siempre con él, en especial luego de verlo cuando teníamos nueve años, pero no me importa si no se hacen realidad, no me importa mientras él sonría y no me aleje.

No quiero salir de la cama... aun si no es Rhea, este es el lugar donde más se concentra su olor. En Océano olí el suéter que me regaló hasta que todo su aroma se había desvanecido. Ese suéter... nadie me había regalado algo antes de eso, la ropa que tenía no era exactamente regalada, Zhirayr la conseguía como sobras de alguien más y si quería algo debía pelear por ello, nadie me había regalado algo solo por bondad, Rhea fue mi primera vez. Nunca perdí una pelea por aquel suéter, solo la de Zhirayr y no fue realmente acerca de él, así que pude recuperarlo. Cuando perdí alguna pelea... no quiero pensar en ello, no quiero recordarlo, no en la cama de Rhea donde todo es seguro. Hundí la cabeza en la almohada, no deseaba que se llenara de mi aroma, añoraba el olor de Rhea, ojalá fuese permanente y nada pudiera borrarlo.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora