8. El chico de los susurros

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Hay mucho que quiero hacer en este instante, lo que me ha permitido me limita demasiado. Puedes volver a hablar. Pero no podía gritar, no podía golpearlo con toda la fuerza que deseaba, no podía llorar estremecido por el dolor de la ausencia de mi familia, de mis padres, no podía ahogarme y romperme; deseaba tantas cosas, había tanto que quería hacer antes de solo hablar, porque el dolor y la traición que siento no se aliviarían solo conversando, reclamaban gritos, y llanto, y dedos empuñados. Aprieto las manos porque es todo lo que puedo hacer para demostrarle lo molesto y humillado que me siento, tomo aire, como si antes no hubiese sido capaz de respirar; la inhabilidad de hablar me había robado a su vez el oxígeno, como si mis pulmones vivieran también de palabras.

Su rostro luce tan dolido que me molesta, no tiene derecho a sentir dolor cuando me ha robado, no tiene derecho a parecer la víctima.

Puedes golpearme, pero no puedes huir ―mi puño ni lo piensa, le doy directo en la mandíbula, nunca he golpeado a nadie de ese modo, suelto un gemido cuando mi mano duele por el impacto, lo siento punzante en mis nudillos y él se pone la mano donde le pegué, queda rojo allí donde había chocado, sus ojos oscuros vuelven a ser tristes. Ni siquiera me pregunto por qué me permitiría golpearlo, por qué me dejaría defenderme de ese modo, es cierto, no podría huir aun si lo noqueaba... pero en ese instante no me importa―. En todas mis batallas, este es el golpe que más me ha dolido.

―Deja de mirarme como si fueras la víctima...

―Lo siento ―sentí que hervía de rabia, no quería escuchar sus disculpas, su voz me hacía ruido en todo el cuerpo aun si no era la de alfa.

―Y deja de disculparte ―gruñí―, no finjas que no estás contento, esto es lo que siempre quisiste, decías que te gustaba y ahora seré propiedad de tu clan ―me froté los nudillos, me dolía. Él negó con la cabeza y de pronto parecía ofendido. Se transformó en un muchacho que yo desconocía... y es que sabía muy poco de Min-Jun, pero el semblante que me había mostrado siempre había sido encandilado, solitario, o terco, nunca así de molesto o dolido.

―¡Claro que me gustas! ¿Crees que quiero esto? ―se puso de pie, aún estaba empapado, sus pantalones cortos estilaban agua, el cabello se le pegaba a la frente y las mejillas y goteaba por su cuerpo, el frío que tiritaba en su piel parecía marcar sus cicatrices, teníamos la misma edad y yo con suerte tenía una pequeña marca en el codo de la vez que me caí de una roca por no hacerle caso a mi papá, pero su cuerpo tenía huellas de mutilaciones que habían sido serias, no un juego― ¡Te quería para mí! ¡Para mí! ―le tiemblan las manos y se deja caer al suelo, se encoge y oculta el rostro contra sus rodillas, se agarra el cabello con las manos, descolocándome por completo.

Mi perspectiva empieza a volverse más oscura, si no me querían para estar con Min-Jun, entonces ¿con quién? ¿Por qué parecía tan desesperado? El miedo me carcome por dentro, las ideas y posibilidades pasan una tras otra por mi cabeza, quiero preguntar y al mismo tiempo no quiero saberlo, el frío que había estado ignorando me hace temblar, tomo la toalla que sigue sobre mi espalda y la aprieto entre mis manos, lo que sea que me dijera no podría borrarlo, sería como cuando ves una imagen grotesca, se queda en tu retina para siempre; sus palabras se grabarían desde mis oídos hasta mi cerebro y me perseguirían en mis pesadillas.

―¿Min-Jun? ―no sé qué preguntar, no sé si quiero saber lo que implica, pero él saca la cabeza de sus rodillas y me mira, me parece que sus ojos están negros, sumidos en una oscuridad completa ¿puede la tristeza teñir una mirada?

―Me gustaste desde que te vi ―su voz se había vuelto suave― ¿crees que quiero tener que pelear por ti? ―¿pelear?―, no soy el único alfa puro en Océano, en nuestra generación somos los únicos y porque Zhirayr sabía que nacerían más, que tus padres tendrían más, es que nací. Pero en otras generaciones hay... no tantos y nunca todos juntos en el mismo rango de años, pero hay... y no podré ganar por siempre ―me mira desesperado―, no podré ganarle a los adultos cada vez que llegue tu celo, tal vez gane algunas veces, pero no puedo ganar siempre, ya he perdido ―la mano le tembló cuando señaló la cicatriz en su pecho― puede que alguno de tus hijos sea mío pero... ¿crees que eso es lo que quiero? ¿Crees que quiero verte de ese modo? ―sus ojos se llenaron de lágrimas, mientras mis músculos se anudaron en mi interior volviéndome de piedra, incapaz de moverme―, ¿crees que podré morderte? ―negó con la cabeza y escondió la frente contra sus rodillas de nuevo―, nunca quise nada de esto ―su voz salió amortiguada por su piel, allí en el suelo era una imagen transparente de la desesperación y la culpa.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα