15. Se buscan sueños, se aceptan ofertas

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Min-Jun me había llamado mágico antes, tal vez él también lo es. El mundo desaparece en un instante, no he abierto los ojos pero lo siento sonreír cuando me escucha. Quiero repetírselo, quiero que sonría muchísimo más. Sin embargo, me encuentro apretujado por más brazos que quieren mi atención y me traen de vuelta al mundo menos mágico y más vivo.

―¡Rhea! Le enseñamos a Min-Jun a jugar voleibol ―Themis habla acelerado, me suelto de los brazos que me sostienen para abrazar a los gemelos, me gusta escuchar que lo habían incluido. Veo a Atlas asentir.

―Sí, lanza bastante bien ―lucía avergonzado por escucharlo en voz alta.

―Me alegro ―busqué a nuestros padres y fui a entregarme a los brazos de papá, no había sido mucho tiempo pero también quería sentirlo de nuevo. Me hundí contra su camiseta azul y él me aferró muy fuerte.

―No llamaste ni escribiste ―habló contra mi cabello, reteniendo el reproche en su voz y me sobresalté. Pude escuchar el dolor en sus palabras y una oleada de arrepentimiento me sacudió por completo, me había concentrado tanto en mí, en lo que sentía, en Min-Jun, que lo olvidé a él y a dada.

―Lo siento... ―lo abracé más fuerte pero me apartó suave para mirarme a los ojos. Su mirada ámbar me perforó el alma, besó mi frente.

―No quisimos molestarte, pero solo por esta vez. No vuelvas a hacer algo así, Rhea ―era serio y asentí, no quería que pensara que no lo quería.

―Perdón, te quiero ―me abrazó nuevamente y retuvo el temblor que me removía.

―Está bien.

―Yo también quiero saludar ―dada me cobijó y besó mis mejillas. No me repitió lo de papá, tal vez porque pensó que con una vez había sido suficiente, en cambio dijo algo que necesitaba oír también―. Cuidamos bien de él ―me susurró al oído, sabía que lo harían, aun así me alivió saberlo.

Cuando salimos al estacionamiento me encontré con una minivan color gris. No tenía ni idea de que habían comprado una, tan rápido, aunque pensándolo bien habían pasado diez días desde que Min-Jun estaba con nosotros.

―La compramos usada, pero era de una pareja que la mantuvo muy bien, está como nueva ―comentó papá.

―¿Y el auto?

Me enteré de que se había vendido dos días después de marcharme y habían entrado a la búsqueda de una minivan. Tenía tres corridas de asientos. La del conductor, tres asientos detrás de esta y dos al final. Los gemelos pasaron atrás y yo terminé entre Min-Jun y Len, mientras papá conducía. Len me tocaba el pelo y me decía que estaba muy suave, le comenté que el tío Tooru le había hecho un tratamiento, una conversación calmada que obviamente los gemelos tuvieron que interrumpir.

―Min-Jun tiene que jugar voleibol con nosotros luego ―anunció de pronto Themis, pero con un tono que sonaba más de advertencia hacia mí―, así que no pueden solo encerrarse toda la tarde de nuevo ―me removió la sorpresa por sus palabras. De cierto modo, que antes mis hermanos hubiesen estado guardando silencio sobre nuestro aislamiento había sido ya extraordinario. Aun así, fue un poco chocante que lo sacaran a relucir. Sí, nos habíamos encerrado mucho, aunque se sentía extraño pensar que ahora tenía que compartirlo, pero era precisamente eso lo que querían que supiera, que habían encontrado un compañero dispuesto a jugar con ellos y no pensaban soltarlo tan pronto.

―Rhea también puede jugar ―comentó Atlas.

―Sí, un dos contra dos... ―no tenía tantas ganas de jugar, en especial porque cuando ellos empezaban no había quién los hiciera parar, podía verlos diciendo «solo un juego más».

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now