24. La fuerza de mi naturaleza

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Cenar era un esfuerzo demasiado grande cuando todo mi cuerpo pesaba. Saltarme una comida no parecía nada. Mis padres no creían lo mismo, pero me negué a abrir la puerta, no quería enfrentar el mundo todavía, no quería enfrentar a Atlas, a Themis, o a Len, no quería enfrentar en mis padres y mucho menos quería sentarme en esa mesa y que tal vez Jun no se sentara a mi lado, o que lo hiciera y no entrelazara sus dedos con los míos y apretara mi palma justo antes de soltarme para comer, que no apoyara su brazo en el mío o ser incapaz de besar su hombro solo por impulso, porque estaba junto a mí y el imán que me atraía hacia él era demasiado. Necesitaba una tarde, una noche. Mis padres me permitieron encerrarme con la promesa de que a la mañana siguiente sí me levantaría, que bajaría a desayunar, que comería.

Me quedé en esa habitación y toqué hasta cansar mis dedos, quise arrancar todas las hojas de música que alguna vez había escrito, traté de ensordecerme con canciones, repitiéndolas, llorando entre ellas, gritando contra mi almohada, hasta que se hizo la noche y me cansé de llorar, miré hacia afuera. Qué adecuado que hoy sea una noche sin Luna.

Siempre me sentí incorrecto en las noches en que la Luna no brillaba, yo nací de noche pero nunca en oscuridad, nací en una noche clara, brillando en medio de lo que debería causar miedo, cuando los lobos aullaban al firmamento, pude nacer callado pero no en el silencio. Sin embargo esta noche... esta maldita noche, está bien que no haya Luna, deberían haberse apagado no solo la Luna sino las estrellas, cada parte del cielo debería dejar de brillar si Jun no está a mi lado, cada faro del mundo debería apagarse, porque no es justo que ellos lo tengan y solo yo no sea capaz de llegar a puerto. Salgo de la habitación aunque sea tarde, desde que Jun llegó aquí que no hago esto. Miro las puertas cerradas, bajo hasta el primer piso y en la pequeña antesala que tenemos de salida al bosque me quito la ropa y salgo fuera, me transformo.

Y dejo que me consuma el bosque.

Me pierdo en la oscuridad de los árboles, en la humedad, en el frío, incluso para mi visión animal esta es una noche cerrada. Pero quiero correr, quiero escaparme de la realidad que me espera en casa, de las palabras que dije, del mensaje que envié por causa de alguien más. Quiero correr hasta regresar el tiempo. Pero incluso para mí eso es imposible, así que corro hasta que algo en el suelo me desestabiliza y caigo, me golpeo la pata derecha, debería pedir ayuda porque duele pero si me pongo a aullar todos van a escucharme, no quiero compañía, quiero castigarme con soledad y silencio. Tengo que vivir este dolor en este momento, aun si no entiendo bien el por qué, aun si no pude controlar o elegir mi imprimación.

Prometiste intentarlo.

Tengo que regresar a casa. Dejo que me guíe el instinto, no miro más, no corro de vuelta, no quiero hacerlo. La casa sigue en total silencio, estoy seguro de que mi pierna tendrá un moretón mañana. Abrazo la sudadera de Jun, el cansancio de mi escapada me pesa, me puede. De no haber corrido dormir hubiese sido muchísimo más difícil, yo conocía la angustia de las noches sin sueño, el dolor y la presión de mis músculos tensionados me derrumban y me llevan a perderme con Morfeo.

Si hubiese sabido lo que me faltaría al abrir los ojos no me habría permitido dormir, si hubiese sabido jamás habría cerrado los ojos de nuevo, habría luchado a pura fuerza de voluntad, de ser necesario habría abierto los ojos sin parpadear hasta quedar ciego. Jamás imaginé que bajaría a desayunar para encontrar una mesa repleta de caras taciturnas, de ojos enrojecidos y una ausencia.

―¿Dónde está Jun? ―su falta es tan notable, tan honda, un frío helado me recorre por dentro. Atlas suelta un suspiro tembloroso y Themis se mete un pan a la boca― ¿Dónde está?

―Se fue a un tour de universidades, muy temprano para alcanzar su bus, antes de que te levantaras ―todo en mí pesa, mis músculos, el aire que respiro, apoyo las manos sobre la mesa para no caer porque me siento incapaz de sostenerme, mis piernas quieren ceder.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now