23. El hogar de mi corazón

3.5K 455 775
                                    

Mars

―Por favor espera ―no tengo derecho a detenerlo, si lo pienso así es. Puedo sentir el dolor, la angustia que surge en él, la forma en que su sonrisa se borró es desgarradora. Rhea luce hermoso, aun cuando está tan serio, ha crecido hasta convertirse en un adolescente delgado y estilizado, con un rostro dulce y ojos increíblemente penetrantes.

No tengo derecho de detenerlo.

Y, sin embargo, lo hago.

En mis huesos, en mi interior, existe y vive un derecho de reclamar, de hacer que pare y me mire, de que suelte esa mano que aprieta con tanta fuerza, que esté a mi lado. Miro a ese alfa. Min-Jun. Lo recuerdo, siento que cada vez que he visto a Rhea ha sido junto a él, desde la primera vez que nos topamos de niños hasta la última, en que lo vi marcharse a su lado, pero mi instinto jala y mi determinación no cede. No puedo quedarme así, no puedo no intentarlo.

―No ―su voz es firme, se niega a mirarme pero me pongo frente a él, su mirada me enfrenta, sus ojos turquesa quieren hacerme dar un paso atrás, pero no puedo hacerlo. Es más que solo él y yo.

―Rhea...

―¡No! Joder, no ―parece temblar y todo mi instinto me pide que lo toque, que lo abrace y calme su angustia, pero él retrocede hacia el muchacho a su lado― ¿Qué diablos haces aquí? ¿Qué crees que te da el derecho de cruzarte en mi vida ahora?

―Soy tu destino ―se me escapa de los labios.

―Tú renunciaste a eso y yo no te pedí nunca que me escogieras ―no sé cómo explicarle, no puedo decir el secreto de Selene y mi hermano porque no es mío para compartir―, lo que sea que estés haciendo aquí, termínalo y márchate.

―Estudio aquí, casi tres años ―su expresión de desconcierto es total, incluso su acompañante luce sorprendido.

―Tres años... ―el alfa mira a Rhea y la sorpresa de él se transforma en rabia, una que parece nacer desde lo hondo de su ser.

―¿Y qué? ―sus ojos se niegan a mirarme―, vámonos, por favor, vámonos.

―Está bien ―no sé qué piensa que puede hacer, pero Min-Jun me mira, serio, buscando que los deje pasar.

―Rhea... necesito una oportunidad, que me escuches, cometí muchos errores y ni siquiera fui capaz de disculparme pero tú eres mi destino y necesito que aclaremos las cosas, que intentemos estar juntos, haré lo que sea si podemos intentarlo ―pero niega con la cabeza, me enfrenta y luce demasiado enojado.

―¿Qué esperabas? No voy a correr a tus brazos porque apareces ahora, mi vida está aquí, la tengo en mi mano ―aprieta aquella con la que sostiene al chico de Océano―, no necesito más que él.

―Yo también creí que... pero mi instinto se calmó más cuando vine aquí, por ti, quiero intentar estar juntos, no estoy seguro de mis sentimientos, necesito estarlo ¿y tú...?

―¡Pero yo sí lo estoy! Vámonos, Jun, dada nos espera ―los ojos grises de ese alfa me observan, ha crecido, su altura iguala la mía. Me desgarra por dentro las palabras de mi omega, me desgarra sentir que me está rechazando. Me pregunto cuán difícil debe ser para él hacerlo, porque también podía sentir todo mi instinto jalándome hacia él, rogándome ¿cómo se sentiría el suyo? Sigo sin entenderlo, no puedo ni pensarlo, pero en este instante lo que quiero es que suelte esa mano y tome la mía, quiero calmar mi deseo de reclamarlo, quiero comprender por qué tengo esa necesidad punzante de tenerlo conmigo. Necesito saber si podemos saciarla, si estaremos bien una vez nos encontremos, si realmente salir juntos es lo correcto, tengo que probarlo.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora