18. Primera vez

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El tiempo puede pasar muy rápido una vez entras a una rutina. Se vuelve cotidiana la presencia de Jun a mi lado, su sonrisa por las mañanas, sus ojos que desaparecen cuando ríe, el ruido de mis hermanos, los juegos de voleibol todos juntos cada domingo. Para él, cada día está repleto de experiencias que no ha tenido antes, para mí también, porque realizarlas con él siempre es distinto y se siente nuevo, como si el mundo hubiese cambiado solo por su existencia.

Tenemos nuestra primera Luna llena desde que está a nuestro lado, con Abu, la tía Dalia y sus cachorros. Le contamos que el resto de la manada no vive aquí o se encuentra viajando. Pero nos sentimos unidos incluso en la distancia. Jun es un lobo imponente que corre a mi lado, que puede aullar con mucha fuerza. Descubro lo mucho que me gusta frotar la nariz contra su pelaje y recibir las caricias de su cuello contra el mío, es distinto a cuando estamos como humanos, puedo sentirlo mucho más, su respiración, la fuerza que guarda en su existencia, lo imponente de un corazón que palpita porque ha luchado por cada latido. Me impresiona, en especial porque ese corazón le da vida al lobo de pelaje oscuro que me deja mimarlo y me acaricia.

Len cumple diecisiete años y dada parece triste, papá no se aguanta y se llena de lágrimas, le dice que ya no quiere que crezca, que la quiere por siempre a su lado, que sea su pequeña cachorrita eternamente. Tal vez porque, como todos, está imaginando que el año siguiente cumplirá los dieciocho lejos de casa, en la universidad. No era algo común, ya que su cumpleaños llegaba algo tarde, pero como Len siempre fue aplicada no dejó que unos meses de diferencia la detuvieran y entró algo adelantada a su año. Ese día visitan las abuelas, Abu, el bisabuelo Frederick, la tía Dalia, el tío Nate, sus pequeños y por supuesto que el tío V. Me quedé junto a Jun porque se cohibía ante tantos miembros del clan, sin embargo, son amables, lo tratan bien. Papá y el tío V discuten como siempre, terminan saliendo a correr y me duele tener que explicarle que nada malo le pasará a quien pierda esa carrera, que es solo un juego, como cuando jugamos voleibol con los gemelos.

La gran sorpresa es que las abuelas le regalan a Len una Vespa, es de un bonito color azul oscuro con un asiento amarillo mostaza. Fue claro que no habían informado a papá o a dada porque dada no luce nada feliz con la idea de que su única hija se suba a lo que, básicamente, es una motocicleta. Pero Len salta de alegría, el tío V (que al parecer sí estaba enterado) le regala un casco reforzado. La abuela Saskia le asegura a papá y dada que es un modelo muy seguro, que no es tan veloz y que de todos modos las vespas son más manejables que una motocicleta. Len promete que la usará con cuidado y moderación. Para empezar, tendría que tomar lecciones así que no empezaría a usarla de inmediato, pero es la alternativa a lo que siempre quiso (un auto) y está demasiado feliz, así que nuestros padres aceptan el nuevo medio de transporte.

Entre Jun y yo le habíamos comprado un libro de fósiles, fuimos juntos a conseguirlo y lo pagamos a medias, Jun había encontrado por internet la única tienda de la ciudad que tenía una copia de este. Los gemelos, que siempre se gastaban su dinero en golosinas, prepararon una show, y lo que hicieron fue bailar una coreografía de cuando eran niños que siempre la hacía reír «soy una taza, una tetera, un plato hondo, un cucharón», pero lo hicieron agregando piruetas y remarcando su lado atlético. A ella le gustó. Nuestros padres le regalaron un pasaje para ir a visitar un hallazgo arqueológico en las vacaciones, después de todo eso quería estudiar, arqueología. Le fascinaba la idea de adquirir conocimientos, de descubrir cosas nuevas a través del estudio, no solo de libros sino de lugares, de la tierra, fóciles, la documentación. Tal vez por eso había leído tantas veces el libro familiar. Además a ella siempre le había gustado mucho nuestra infancia viajera y, de todos, era quien más la había vivido, esperaba poder experimentar esos viajes de nuevo.

Ciertamente fue una ocasión bonita.

Seguida al poco tiempo de su estrés por el ECN. La casa estaba en tensión completa esos días, Len era como un fantasma al que no se le podía hablar porque cuando estudiaba se ponía muy intensa así que se las pasaba en la biblioteca, papá decía que era igual que dada con lo de los exámenes. Por esos días fue también que Jun vio por primera vez a nuestros padres discutir. No pasaba seguido (casi nunca) pero como le había comentado a Carter, sí ocurría de vez en cuando, y de hecho era en situaciones como aquella en la que estábamos, cuando la casa estaba en demasiada tensión o había mucho estrés.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now