21. Aprovecha el día (Carpe diem)

3.8K 495 859
                                    

Quiero saltar sobre Jun.

Mi instinto de lobo, omega, o adolescente (puede ser cualquiera de los tres) me pide que salte sobre él y lo bese, pero papá baja las escaleras y me empieza a empujar para que vaya al primer piso, al baño desocupado. Me limpio como un autómata porque mi cerebro en parte ha dejado de funcionar gracias a esta revelación tan grande que, al mismo tiempo, no es sorpresa en lo absoluto, quererlo, no, amarlo, es tan natural para mí como respirar. Lamentablemente mi desvelo de anoche significa que no elegí mi ropa para hoy antes de dormir como hago siempre, no tengo idea de qué ponerme, quiero verme bien, es un día importante aunque nadie lo sepa. Al final elijo unos pantalones que simulan jeans pero no lo son, color negro y un suéter azul oscuro en la parte de arriba que degrada en color hasta llegar a un celeste abajo, por supuesto me queda grande y combina con mis ojos. En el desayuno no le siento el sabor a nada porque estoy demasiado distraído, tratando de forzarme a no mirar a Jun porque siento que si lo veo me leerá la mente y sabrá lo que quiero decirle antes de que lo pronuncie siquiera.

―¿Estás bien? ―su preocupación por mí me aceleró el corazón. Asentí y alisté mi mochila, nadie notó mucho más porque estábamos todos muy apurados por el retraso. Papá se detiene frente al colegio, se despide muy rápido, porque se ve que están por cerrar las puertas y simplemente se marcha con dada en el vehículo, los gemelos corren dentro para que no los marquen como tarde y Jun está por hacer lo mismo cuando siento que una idea surge en mí y lo sujeto de la mano.

―Saltémonos las clases de hoy ―me mira como si hubiese sugerido correr desnudos frente a todos en el comedor del colegio.

―¿Qué estás loco? Vamos... ―pero me mantengo firme y aprieto su mano, sus cejas oscuras están fruncidas. Hasta extrañado es precioso― ¿qué pasa? ―me armo de valor.

―Quiero hablar contigo, es importante y si entramos ahora no podré decirte hasta que volvamos a casa y estemos solos, y de todos modos no podré concentrarme porque estaré pensando en lo que quiero decirte ―su expresión deja de ser tan severa―, en serio es importante ―miró hacia la puerta y luego hacia mí, duda.

―¿De verdad es importante? ―asentí casi con demasiada desesperación―, está bien, vamos, solo porque hoy no tenemos matemáticas ―estoy seguro de que ni necesitaba asistir a matemáticas, todos los ejercicios los resolvía en un santiamén, pero ha aceptado así que me contengo el comentario.

Empecé a sentir los nervios de la confesión que estaba por hacer o tal vez era que nos teníamos que alejar rápido del colegio para que nadie nos reconociera. Avanzamos a pasos acelerados fuera del radio de nuestro instituto, su mano apretaba la mía mientras nos perdíamos por las calles, quería entrelazar nuestros dedos como lo habíamos hecho alguna vez pero de pronto no sabía cómo, me sentía torpe. Una buena demostración de que puedes tener toda la determinación del mundo y sentirte abrumado y tonto a partes iguales.

―¿A dónde quieres ir?

―No lo sé, lo único que quiero es algún lugar donde podamos hablar solos sin ser interrumpidos ―parece pensarlo.

―Vamos al bosque entonces ―es una buena idea, Jun es la persona más ocurrente de la vida, en serio.

―Sí, es lo mejor ―con su mano aún apretando la mía nos dirigimos en la dirección general en que está el bosque, tenemos que atravesar una porción de la ciudad hasta llegar allí, así que vamos entre las calles y eso me da tiempo de pensar en cómo decirle, o en realidad, simplemente obsesionarme acerca de cómo va a reaccionar ¿Y si solo me ve como un hermano? Podría entenderlo y tendría que aceptarlo, pero sí sería doloroso, tal vez lo más doloroso que he sentido en la vida.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now