32. El primero de muchos vinilos

6.2K 577 1.1K
                                    

Solecito

Mis padres son un poco extraños. A veces se dicen «te veo», aunque no se están mirando. También bailan en la cocina y si mi papá se queja de que no hay música, mi appa le dice que cante, y papá le hace caso, aunque yo pensaba que sus canciones eran solo para mí.

Mis padres son un poco extraños. Juntan sus bocas, pero no se están alimentando, y a mí me ponen sus bocas en la panza y soplan y me hacen reír ¡Es muy raro! Y cuando me dan eso que llaman «besos» siempre me siento cálido.

Mis padres son un poco extraños. Cuando mi pancita se siente vacía en la noche y se los digo, siempre lucen un poco raro, y yo trato de agarrarles el cabello y arreglarlo, pero solo me dicen que eso no es bueno y me besan las manos.

Está bien que mis padres sean un poco extraños, porque se bañan conmigo, y papá me canta para dormir y appa me recuesta sobre su pecho y su mano cubre toda mi espalda y cuando me mima me voy relajando, me gusta dormirme contra el lugar que hace pum pum cuando mi appa me está acariciando.

Mis padres son lo más fantástico del mundo (aunque sean un poco extraños).

Rhea

Las canciones significan diferentes cosas para cada uno, para quien las escucha, para quien las escribe. Subí a internet mis canciones por mucho tiempo, no pensé que sería necesario producirlas de ningún otro modo pero el vinilo en mis manos con el fondo negro y la imagen de una Luna llena me hace sentir distinto. Cada canción carga tanto de mí, momentos, historias, emociones fuertes, era importante sostenerlas, sentirlas más que solo en el aire o en mi garganta. Las tenía concretas entre mis dedos. Eran reales. No es por quitarle valor al lugar donde mi amado se pasa la mayoría del tiempo, pero a veces el mundo cibernético no se siente tan real. No es lo mismo que aquello que puedes apretar con las palmas y sostener contra tu pecho.

―¿Estás contento? ―sus brazos me rodean y sonrío hasta lo imposible, me río cuando me besa el cuello.

―Muy contento.

Pista 01. El dolor de un héroe.

Liber se mueve mucho más rápido que Silvius. Las calles están más ocupadas y hay más bullicio, pero también hay un ánimo distinto en la gente. En el mercado es fácil conseguir pescado y fruta fresca y las señoras y señores de los puestos sonríen y hablan con entusiasmo, te cuentan animados de la cosecha o la pesca. Es una ciudad concurrida, sí, pero también repleta de vida, con murales de colores que aparecen al doblar una esquina. Aunque por lo mismo no estoy autorizado a tratar de encontrar un lugar sin ayuda o sin haberlo marcado antes en mi celular. Yo insisto en que no es necesario, pero Jun repite que puedo perderme. Al menos el camino desde la academia de música lo hago en vehículo y ya me lo sé de memoria. A Jun lo paso a dejar por la mañana al trabajo y, por la tarde, si yo no puedo pasar por él porque he salido más temprano, él regresa en un bus interurbano que lo deja en la carretera, desde allí camina los setecientos metros hasta casa y vuelve a mí (aunque le insisto que puedo ir a buscarlo con el auto, siempre dice que no es tanto).

Me paso las horas hasta que él llegue del trabajo leyendo un libro para una de mis clases que habla sobre técnicas de sonido, estoy por terminar el capítulo cuando lo escucho llegar. Atraviesa la puerta y no alzo la vista porque estoy acabando de leer un párrafo, pero cuando lo hago se me oprime el corazón al ver sus ojos rojos de lágrimas.

―Jun ―y su cabeza niega y yo estiro los brazos y él se lanza a ellos y se hunde en mi pecho y se aferra.

Su grito choca contra mi piel, tiembla, me estremece, quiero llorar también, pero lo sostengo. Lo sostengo mientras se desgarra y me lastima su dolor en lo más hondo. Aun si sabía que este día llegaría igual duele.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now