3. Son para comerte mejor

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Poco más de medio año después de la reunión de clanes, terminó el proyecto de papá y el de dada, el trabajo de editar el material de imágenes podía hacerlo desde cualquier parte, este era el momento en que solíamos ir a quedarnos con las abuelas un tiempo, antes de viajar hacia otro persiguiendo algún nuevo proyecto. Pero esta vez nuestros padres nos sentaron en la mesa de la cocina para decirnos que no sería así.

―Len ya tiene diez, nuestro plan era que entrara al colegio a los doce como suelen hacer los lobos, pero... sabemos de sobra que todos ustedes manejan bien su transformación y queremos que reciba una educación más formal ―los niños lobos usualmente no iban al colegio hasta los doce porque su transformación no se estabilizaba hasta que se manifestaba su segundo género. Dada me miró a mí―, probablemente tú también, Rhea. Por eso queremos regresar a Silvius, la tía Dalia ha adquirido una casa en el mismo bosque del clan, es suficientemente grande para nosotros, hay un buen trabajo para mí en la biblioteca local y este incluye un proyecto con los colegios de la ciudad, además estaríamos cerca del clan.

―¿Y el trabajo de papá? ―Len miró a nuestro padre y sus ojos amarillos solo nos sonrieron con calma.

―Tomaré trabajos más pequeños, tal vez viaje de vez en cuando, pero solo será unos días y no siempre tengo que salir del país, además, estarán seguros con la tía Dalia y el tío V cerca ―nos miraron, entonces papá observó a los gemelos, probablemente los que pondrían más problema porque amaban viajar―. De todos modos saldremos para las vacaciones de verano, y el bosque en Silvius también es grande.

―Es una decisión tomada ―concluí y mi papá asintió.

―Lo es ―miré a mis hermanos que me miraron a mí, como esperando a ver qué decía yo, incluso Len.

―Está bien, quiero ver los bebés de tía Dalia y tío Nate de todos modos ―les sonreí y ellos lo hicieron también.

Y volvimos a casa. Era extraño, porque papá también había viajado mucho de niño y dada no se había criado en Silvius, pero ambos se referían a esa ciudad como «casa», tal vez porque allí nacimos Len y yo, tal vez porque habían ido allí juntos a la universidad o, tal vez porque estaba allí la sede del clan. Cualquiera sea la razón «regresamos». Volvimos para estar indefinidamente en la ciudad del bosque, de algún modo, tendríamos más restricciones si íbamos a clases, pero también seríamos más libres, porque estaba la sede del clan allí, podríamos hablar cosas de lobos con quien quisiéramos, el bosque estaba bajo nuestra protección, podríamos correr con libertad. Considerando que a veces me gustaba salir por la noche a correr, la idea me agradaba.

Por varios días la casa fue un caos, mis padres tenían más cosas de las que yo les conocía, al parecer mucho de lo que habían conseguido en los viajes había venido a parar a una bodega en Silvius y ahora estaban sacando todo de allí, así que el lugar estaba repleto de cajas. La nueva casa era bonita y más espaciosa que cualquiera en que nos hubiésemos quedado en nuestros viajes, pero era de dos pisos, los cuartos estaban arriba, eso dificultaba un poco salir en cualquier momento al bosque. Y, sin embargo, se sentía más nuestra, porque rápidamente se llenó de adornos y fotos, se impregnó de nuestro aroma como si hubiese estado esperando para acogernos, se volvió un hogar.

Al final entramos todos al colegio. La intención de mis padres era que fuéramos solo Len y yo, pero mientras crecíamos, Atlas y Themis siempre habían querido hacer todo lo que hacíamos nosotros y dijeron que si los dos íbamos al colegio, ellos también querían ir. Nuestros padres se sentaron con ellos para dejarles saber que podían matricularlos, pero que por ningún motivo podían transformarse, que si se transformaban toda la familia, el clan completo, estaría en peligro. Con Len y conmigo funcionaba que solo nos dijeran que no debíamos cambiar, pero ellos... dada y papá les explicaron muy seriamente que si se transformaban frente a humanos expondrían a todos, que tendríamos que irnos, que incluso habría quien quisiera examinarnos, hasta matarnos. Se lo repitieron hasta estar seguros de que no se transformarían y, solo entonces, aceptaron que todos iríamos al colegio.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now