4. Soy un lobo, no tu presa

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Mis recuerdos de siete años atrás eran confusos, había situaciones que me habían impresionado, personas... pero sabía que ahora todo sería diferente. Ese otoño me parecía un poco más frío, más cercano al invierno que al verano. Antes de que el avión aterrizara me metí al baño y me mojé la cara. Mis ojos enfrentaron el cristal. Sí, yo era distinto, también había cambiado. Siete años atrás ni alcanzaba a mirarme bien en ese espejo, pero ahora... ahora sí que podía verme, mi rostro delgado en forma de corazón, de facciones suaves, mis labios solo un poco carnosos, tan parecidos a los de dada, mi nariz delgada, mis pestañas pobladas y oscuras que siempre hacían a la gente pensar que me teñía el cabello, mis cejas castañas, mi piel tostada... acaricié mi cabello rubio, un poco más largo arriba y corto abajo, con el flequillo largo peinado solo un poco hacia mi costado derecho. Destacaba, siempre destacaba, aun si no hubiese llevado el collar de omega en mi cuello, el contraste de mi piel y cabellos siempre llamaba la atención.

Miré mi collar. Era azul oscuro, lo elegí en su momento porque pensé que combinaría con mi mirada celeste, casi aqua, pero había demasiada diferencia en los tonos. No quería salir ¿cuáles serían las probabilidades de que se olvidaran de mí si me encerraba en el baño?

―Rhea, vamos a aterrizar, regresa a tu asiento ―era la voz de Onyx, como si necesitara otra prueba de que no me olvidarían. Me sequé las manos, la cara y salí de allí, los gemelos se habían despertado. Habían crecido mucho, parecíamos de la misma edad... lucían muchísimo como papá, excepto por su cabello, mucho más parecido al de dada, tenían el mismo rostro, los mismos ojos amarillos, el mismo hoyuelo, aunque ahora Themis se parecía más porque se había cortado el cabello y Atlas lo seguía llevando largo, a la altura de sus hombros, lo sujetaba en una coleta, aunque a veces le caían unas mechas largas junto al rostro... dada decía que eran igual de guapos que papá, pero como yo los mimé mucho sentía que su color de cabello distinto los hacía aún más lindos. Aun así cambiaban muy rápido, el tiempo había pasado... ya no se metían a mi cama cuando algo los asustaba.

Me senté en el espacio que estaba libre entre ambos y me puse el cinturón de seguridad. Hoy llevaba unos pantalones negros y un cortaviento verde oscuro, tal vez con la esperanza de mimetizarme con el exterior. El avión tocó tierra y sentí como si a mi corazón le costara más esfuerzo palpitar, porque estaba siendo presionado en mi pecho por algo pesado. Mis padres se acercaron a nosotros, se habían sentado juntos más adelante, seguro para acurrucarse o algo.

―Bajamos y vamos todos juntos ―papá me miró muy serio, sus ojos ambarinos no dejaban paso a negativa alguna. Len apareció detrás de ellos junto al tío V, nunca me había puesto a pensar en lo curioso que era que, a pesar de que el tío V era hermano de papá, la diferencia de edad con Len era mucho menor que la que tenía con su hermano mayor (es decir, tal vez no mucho, pero sí se acercaba más en edad a mi hermana que a papá).

Nos bajamos del avión, con las mochilas en la espalda y apegados, miré a los gemelos que me sacaban más de tres centímetros de altura, pero por su musculatura parecía más, últimamente habían dejado el fútbol y habían empezado a jugar voleibol, lo cierto es que les gustaban muchos deportes pero nunca uno tanto como este, estaban realmente entusiasmados. Mientras que yo no llegaba a enamórame del piano. Dejé de divagar para mirar al frente. Allí se encontraban, el grupo que había estado temiendo. Reconocí a Zhirayr de inmediato, su piel oscura, sus pantalones cortos, había logrado mantenerse como líder, todo un logro en un clan como el suyo. El líder del Clan de la montaña era el mismo pero del Clan guardia del desierto no, era otro, un hombre con el mismo cabello rojizo, también algo mayor pero no tanto como el hombre que habíamos conocido antes, habían cambiado de jefe y debía de ser uno de sus hijos, porque su clan funcionaba como monarquía. El hombre se mostraba serio, bien parado, sus facciones eran rectas y algo duras, su mandíbula un poco cuadrada, sus ojos rojizos se veían algo más anaranjados, junto a él había un muchacho que recordaba: Ignis, vestía camiseta negra, pantalones del mismo color, combinaba con el que parecía su abuelo, miró nuestro grupo sin vernos realmente, había crecido, su rostro se veía más adulto, su cabello estaba igual de largo que antes, lo llevaba trenzado a los costados en un estilo muy «vikingo», su rostro era de facciones menos duras que su abuelo, mucho más atractivo, me hizo pensar en Mars ¿cuánto habría cambiado? ¿Cuánto habría crecido?

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα