30. La leyenda de quién eres

3.7K 434 696
                                    


Len había anunciado que ella e Ignis vendrían a vernos, así que estaba preparando la habitación de visitas, poniéndole sábanas a la cama y un par de mantas por el frío que empezaba a apremiar, todo con mucho cuidado cuando Jun entró a la habitación.

―Déjame hacerlo ―hubiese protestado, pero estos días lo dejo cuando se pone así, entiendo que esté algo ansioso con todo lo que está pasando. Es extraño que Len visite tan cerca de la reunión de los clanes, y que venga a nosotros con tanta urgencia. Parece como si adivinara o presintiera que cosas van a ocurrir. Pero da la impresión de que se acerca algo y pone a Jun nervioso, tal vez porque la última vez que fuimos a esas islas teníamos trece años y pasaron demasiadas cosas traumáticas, no era muy agradable la idea de volver allí, menos ahora.

Pero quiero creer que estaremos bien. Tenemos veinte años y las cosas son distintas, nosotros somos distintos. Si fuese algo muy malo lo que ocurría Len nos hubiese advertido por teléfono y no hubiese insistido en visitar. O eso me repito para calmarme.

―Su avión llega en un par de horas ―comenté en lo que lo observaba acomodar las sábanas con mucha precisión para luego poner las mantas encima y el cobertor.

―Yo debería conducir ―lo cierto es que lo encuentro un poco adorable.

―Está bien ¿Por qué no vas tú y yo me quedo preparando algo de comer? Los panqueques me quedan mucho mejor que antes ―usualmente Jun cocina, a mí no se me da tan bien, pero he ido mejorando.

―Claro, yo voy por ellos ―terminamos de ordenar el cuarto y él se marcha para llegar antes al aeropuerto.

Nuestros padres habían vendido el auto para siete personas cuando nos marchamos y nos habían conseguido uno pequeño para nosotros, un jeep usado de dos puertas y cinco asientos. Lo cierto es que teníamos que llamarlos, aun cuando nos íbamos a reunir todos para la reunión de los clanes queríamos verlos antes de eso, llevaba meses que no nos veíamos más que por una pantalla. El bulto cálido que se encontraba junto a mí en el sofá ronroneó.

―Tú también los extrañas ¿verdad, Salem? ―ronroneó de nuevo. Se había vuelto un gato más dormilón con la edad. Lo habíamos conseguido cuando yo tenía seis años, catorce años atrás, entendiblemente estaba algo cansado en su vejez.

Yo no pensé que nosotros tendríamos que hacernos cargo de él, pero mirándolo bien, supongo que debí saberlo, mis padres siempre habían mencionado que querían volver a viajar y no podían llevarlo consigo, Len estaba trabajando en alguna excavación por el mundo y los gemelos hacían lo suyo con sus partidos. Cuando fui aceptado en la academia de música y Jun en la UCCO sabíamos que tendríamos que mudarnos a Liber, pensé que tendríamos que buscar un apartamento, como había hecho Len cuando se marchó a estudiar, pero Liber era una ciudad grande, con un bosque importante, así que no había sido necesario. Se me olvidó que nuestro clan solía tener propiedades en lugares así, especialmente en nuestro país. Tía Dalia trabaja en muchos proyectos de arquitectura y entre ellos siempre intenta obtener nuevas propiedades con la finalidad de proteger áreas verdes, pero además de eso cada líder de nuestro clan en el pasado ha intentado contribuir adquiriendo propiedades en áreas de refugio forestal. Mis padres de hecho se conocieron mientras papá se quedaba en una de aquellas: en Roscoe.

Así que vivíamos en una casa de un piso, tres habitaciones, dos baños. Usábamos una de las habitaciones como estudio, con mis instrumentos y el computador de Jun, nuestro cuarto para dormir y el que quedaba libre para invitados. La casa estaba a setecientos metros de la carretera, en el bosque y a quince minutos de la ciudad en vehículo. A veces me sentía un poco aislado del mundo, en especial cuando me juntaba con Riri que lo tenía más fácil viviendo en un apartamento en la ciudad, pero también apreciaba demasiado la privacidad de estar aquí, solo junto a Jun, sin vecinos que nos escucharan o interrumpieran.

En mi oasis siempre hay Luna llena (Spin-off. Fauces II)Where stories live. Discover now