Maestro

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—Me alegra que estés bien, Kamado-Kun— decía la peliblanca mientras veía a Tanjiro comer alegremente, le había ido a visitar antes de ir a la finca de Rengoku solo para informarle que estaría lejos un tiempo, pero que vendría de vez en cuando a visitarlos.

—Jeje, gracias por la comida Yoko-Chan, esta delicioso— Decía Kamado, mientras comía algo de tempura que la chica había puesto en el Bento que trajo para los tres.

—Um...— Zenitsu no comía, solo miraba la comida prácticamente babeando, sus extremidades no funcionaban como el querría por culpa del veneno, Yoko se acercó y tomando los palillos alzó un trozo de guiso, acercandolo a la cara de Zenitsu.

—Agatsuma-Kun, come, di Ah~— extendió la sílaba haciendo al muchacho sonrojar por sus actos, recibiendo lo que ella le daba a la boca.

Yoko estaba feliz de ver a sus amigos mejor y tranquilos, el único que ni siquiera había alzado la cabeza era Inosuke, estaba ahí tirado como un saco, siquiera le había saludado cuando llegó. Apenas acabó de darle la comida a Zenitsu se acercó a Inosuke.

—Ino-Kun ¿Estas bien?— pregunto, el jabalí ni se movió —¿No tienes hambre, Ino-Kun? Puedo darte tu comida si te duelen mucho las heridas—

El jabalí se dio la vuelta, mirando hacia la pared para ignorar a Yoko, ella puso su mano en su hombro y lo acarició suavemente, su tacto delicado hizo temblar al Hashibira quien solo se achicó en su sitio, dando a entender a Yoko el sufrimiento que pasaba, ella demostró dolor y compasión hacia el, apartando la cabeza de jabalí de su rostro, besando su mejilla delicadamente.

—Descansa Ino-Kun... volveré en una semana a ver como siguen... ¿Si? Espero que te sientas mejor entonces— apartó el cabello de Inosuke de su frente, viendo su mirada decaída y sus ojos cerrándose.

—Ara, Ara, Yoko-Chan... que linda pareja hacen— Decía Shinobu que acababa de entrar, haciendo a la peliblanca avergonzarse.

—¿Eh? Sh-Shinobu-Chan, Ino-Kun y yo no somos pareja, somos amigos yo... eh...— jugo con sus dedos nerviosa, levantándose rápido, saliendo del lugar seguida de Murata quien acababa de entrar.

—Los pilares dan miedo— susurro el pelinegro que caminaba a unos pasos de Yoko, ella se volteó.

—Un poco, aunque no todos son tan aterradores— decía ella aún con ese rosa en las mejillas, Murata le sonrió al ver que le hablaba, caminando más rápido para alcanzarla —Eres Murata ¿No? Escuche a Tanjiro hablando contigo ayer, estabas en la montaña—

—Si, tu eres la Tsuguko de ese Pilar... ¿Como era? El pilar... El pilar se llamaba...—

—Kasuki Sunazuka, si, yo soy Yoko Sato Sunazuka, llámame Yoko por favor— le mostró una amable sonrisa que hizo sonrojar al chico, pocas veces había interactuado con chicas y con las que lo hacía siempre la regaba por su timidez, pero ella emanaba seguridad, una linda chica que a pesar de usar una máscara esa presencia amable le hacia ver aún más bella.

—¿Que vas a hacer más tarde?— preguntó Murata, quizá la invitaría a dar un paseo y a comer algo, tal vez ella aceptaría, esperaba que lo hiciera.

—Uh, iré a entrenar con Rengoku-San, será divertido, el es muy alegre y amable— Murata de inmediato tembló, a el le aterraban todos los pilares y ella se veía tan tranquila tratando con ellos... seguro por ser una Tsuguko, pensó, pero realmente era su personalidad, ella quería a todos, hasta a los más amargados de todos... como Sanemi.

—J-Jeje... este... oh, si, agradable, amable, dulce... Rengoku es así, es todo un galán— dijo con nerviosismo obvio, rodando su mirada a su costado por los nervios brutales que tenía en el cuerpo —Bu-Bueno yo... ya me tengo que ir, tengo reportes que hacer, entrenamientos que cumplir, cosas que acabar... jeje, si, adiós Yoko-Chan, la veré otro día, si otro—

𖣔❫ཱི𝐘𝐨𝐤𝐨  ──[Kιmᥱtsᥙ ᥒo Yᥲιbᥲ]Where stories live. Discover now