Kasuki, el demonio humano

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Yoko miró el interior del vagón detrás de ella, donde los cuatro conversaban animados, no quería interrumpir o hacer el asunto más incómodo así que decidió sentarse y esperar a que pasara el boletero a sellar el suyo para poder ir con sus amigos, tomó asiento al lado de aquel demonio camuflado, mirándolo de reojo un par de veces mientras el tren avanzaba despacio y tomaba algo de velocidad, entonces ella decidió romper el hielo de una vez.

—¿Como te llamas?— pregunto la amable chica al nervioso hombre a su lado, ella notó esto y se alejó un poco —Mi nombre es Yoko, es un placer—

Entonces su mirada igualada se convirtió en una de impresión, ahora toda su vida estaba ahí, más clara que nunca, ella era el centro de todo, el solo saber que esa chica a su lado era su alumna, quien le mantuvo despierto toda la noche, quien estuvo ahí siempre... eso le devolvió la mirada humana y cada pedazo de su memoria. Kasuki suspiró, tenía ganas de llorar, sus ojos estaban cristalizados en lágrimas, rotos en tristeza, sabía que si le decía quien era los cazadores en el vagón de atrás irían a asesinarlo, solo era capaz de recordarla a ella, el resto era borroso, recordaba sus momentos felices junto a la chica, esas risas compartidas, las promesas, su corazón estaba estrujandose en ese lugar donde creía vacío en su pecho.

Soy Kasuk...oto... Kasukoto Tsukiguni— dijo, sabiendo que el apellido de su superior era aquel ya que lo había visto varias veces rondando una vieja tumba con ese apellido e insultando a quien quiera que estuviera ahí debajo, su hermano, por supuesto. Decidió colocarse su apellido ya que fue el quien le entrenó en el arte de las habilidades de sangre y en como usar apropiadamente sus respiraciones para matar a los humanos tan eficazmente como lo hacía con los demonios... lo admiraba a pesar de tenerle un terror atroz.

—¡Kasukoto-San! Es un nombre muy lindo, me recuerda al de una persona que estoy buscando, su nombre es Kasuki, usted se parece un poco a él, es mi tío y mi maestro, nos llevábamos súper bien pero desapareció en una misión— comenzó a parlotear y conversar con él, quien se dedicó a escucharla, sus historias comenzaron a cobrar vida desde sus entrenamientos hasta la misión de la luna demoniaca —No le diga a nadie, pero soy cazadora de demonios, es un secreto—

Ella llevo su dedo a sus labios para hacer un gesto de silencio mientras le guiñaba el ojo, cosa que el hombre solía hacer cuando le decía a Yoko que guardara un secreto, ella imitó aquel gesto que tan tierno se le hizo, quería abrazarla con fuerza pero no podía por culpa de tener que mantenerse a raya, luego de unos minutos de cotorreo de la chica finalmente pasó el hombre verificando los boletos, Kasuki mostró un boleto perforado falso, el cual el hombre entendió y pasó a retirarse, mientras el tren avanzaba vio en el rostro de la joven el sueño de muerte, tomó su cabeza en su mano y con cuidado la puso en su hombro, mientras veía hacia arriba con cansancio.

Me abriste los ojos, Yoko... ahora deja que te regrese el favor— el hombre tomó la cuerda en el brazo de la chica pensando si hacer lo que había pensado, acabando de convencerse en pocos segundos.

El sueño de Yoko estaba vacío, solo había un enorme valle de flores con un riachuelo en el medio de todo, en este a unos metros había un gran árbol de sauce que dejaba llorar sus hojas sobre el río, en el interior, entre sus largas hojas albergaba a la chica en el pecho de el mismo Kasuki antes de ser demonio, ella hablaba y le contaba todo, como había vencido a Muzan, como ayudaron a Nezuko a convertirse una vez más a humana, la emoción en la voz de la chica se le hizo hipnótica, comenzó a dudar si estaba en el sueño de ella o en el de él, caminó lento hasta donde estaba ese árbol y sin ser visto cortó el tronco, haciendo que callera dejando al descubierto a ambos.

—¿Q-Quién eres?— pregunto asustada Yoko mientras esa ilusión la protegía detrás.

Quien no te deja dormir por la noche por la culpa que sientes... el zorro que Salta las paredes de tu gallinero, Yoko— los ojos de Yoko se expandieron con impresión justo cuando el falso Kasuki fue despedazado por la espada del demonio, quien sostuvo el rostro de Yoko en sus manos —Disculpame, pero tengo que hacerlo

𖣔❫ཱི𝐘𝐨𝐤𝐨  ──[Kιmᥱtsᥙ ᥒo Yᥲιbᥲ]Where stories live. Discover now