Tu perspectiva

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Sus ojos, aquellos orbes negros de pupila brillante en colores vivos se estremecían ante la presencia de aquel que le había convertido en lo que era ahora, en un demonio, las manos de Kibutsuji en sus hombros le aterraban a pesar de que tenía en su rostro una mueca seria.

Hiciste un buen trabajo, Kasukoto— le dijo el Kibutsuji mientras veía el cuerpo de aquella última luna destrozado por mano del hombre frente a él, era cierto, ahora se veía como una chica pero su voz realmente era inquietante.

Gracias, señor— Musitó suavemente el del número dos tallado en sus ojos, mientras limpiaba la espada negra que llevaba sobre su mano com su propia lengua, la sangre de los demonios era la única que disfrutaba probar, ya que la humana una parte de él se negaba a aceptarla, no recordaba porqué, solo no lo hacía.

Mientras Kasuki limpiaba un poco el desastre de sangre sobre el que estaban parados Kibutsuji encomendaba una pequeña misión a la primera menguante, su mirada estaba caída sobre su espada en la cual reflejaba a duras penas su propio reflejo ¿Quien demonios era él? ¿Por qué se había convertido en esto...? Su mente divaga, divaga siempre en ella misma tratando de recordar que pasó y como ocurrió.

Y tú irás con él— Dijo Kibutsuji, Kasuki sin pensar asintió a lo dicho por el mayor, de todos modos no podía negarse —Asesinen al de los pendientes Hanafuda... y traiganme a la albina de la máscara de Kitsune

La mirada de Kasuki se tensó por un recuerdo inminente, una máscara roja sobre el rostro de una niña ¿Su hija? No, era otra cosa, no podía recordar bien, sin embargo no comentó nada y evitó pensar en cualquier cosa relacionada hasta estar fuera del rango de Muzan, se tenía que alistar para salir, pasó por la habitación donde usualmente se encontraban Akaza y Doma peleando mientras los demás descansaban de sus misiones donde fue interrumpido por cierto afeminado demonio.

Kasukoto-Sama~— Dijo alargando la sílaba mientras se acercaba al demonio, tomando su mano mientras jugaba con el botón superior de su camisa, ese que mostraba parte de su torso desnudo, el que tenía la marca roja de zarpazo que iban desde su hombro hasta su pecho, una marca de espadachín que desarrolló durante sus entrenamientos, Doma amaba juguetear con las ropas de Kasuki en busca de fastidiar o que finalmente accediera a hacer cosas sucias con él.

Ahora no, Doma— Tenía un especial odio hacia él, de lo poco que podía recordar era a Doma asesinando a una mujer que alguna vez amó, una mujer bellísima de ojos rosados y largo cabello negro, era única y hermosa.

Oh vamos Kasukoto-Sama, deje de alejarme, se que le gusto— Decía, juguetón como siempre, ya ahora vuelto en rabia le dio un corte con las garras en el cuello, atravesandolo de lado a lado, sacando su mano del agujero, así al menos se quedaría callado hasta que saliera de ahí.

Que rudo eres con tu noviecita, Kasukoto, jeje— se burló Kaigaku mientras estaba sentado en una de las paredes, dándole vueltas a su espada como solía hacerlo, cosa que lograba molestar fácilmente al antiguo cazador de demonios.

Cállate perra manca, tanto tu como la marica me tienen cansado... vayan a cogerse los dos, a ver si así te ganas algo de hombría— escupió su veneno con odio, recogiendo aquella máscara maldita que habían tumbado de la mesa donde la tenía, logrando que se desprendiera un trozo de aquella máscara delicada que el había dejado cuidadosamente puesta.

¿Vas a volver a llorar Kasukoto? Ow~ perdón si tire tu máscara, me merezco un castigo ¿No crees?— dijo con supuesta "sensualidad" Daki, todos esos malditos demonios lo lograban sacar de quicio, pero Kokushibo le había enseñado a controlarse tal como el lo hacía, se puso la máscara, ignorando a Daki para pasar directo fuera, donde le esperaba Enmu.

Las lunas superiores solían tratar a las menguantes como basura, el solo se dedicaba a soportar su compañía cuando Muzan les enviaba misiones, había fallado al intentar proteger a la quinta menguante, era por eso que Muzan le había encomendado asesinarlos a todos.

Kasukoto-Sama, es un honor tener mi última misión a su lado ¡Seguramente nos dibertiremso mucho juntos!— decía el demonio, Kasuki le miro de costado sabiendo que en aquel tren iría un Pilar, un Pilar fuerte, superior a los cazadores... a pesar de nunca haber matado a ninguno sabia que iba a ser difícil... el perdió sus recuerdos cuando Kibutsuji integró más de sus células en el cuerpo del antiguo cazador para convertirlo en una luna, sabía que si Yoko se fijaba en que su tío era un demonio querría estar con el... y entonces, y solo entonces, ella le pertenecería, amandolo o no sería de él.

Kasuki emprendió su viaje a la ciudad y con ayuda de sus habilidades de ilusión dio al demonio y a el mismo una apariencia más humana para poder ingresar en aquella enorme maquina sin ser notados, no muy lejos y recién habiendo formado un alboroto estaba el escuadrón Kamado, huyendo de unos guardias que los habían visto formando escándalo, en el interior Rengoku y su estudiante aguardaban tranquilamente la partida del tren.

Kasuki emprendió su viaje a la ciudad y con ayuda de sus habilidades de ilusión dio al demonio y a el mismo una apariencia más humana para poder ingresar en aquella enorme maquina sin ser notados, no muy lejos y recién habiendo formado un alboroto...

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—Rengo-Kun ¿A dónde iremos?— preguntó Yoko, el no le había hablado mucho de la misión, solo que tendrían que subir a un tren.

—En este tren hay un demonio al que debemos asesinar, pero tranquila Yoko, mis llamas te protegerán de quien quiera dañarte, mi pequeña estudiante— le abrazó para que se apegara a él, recibiendo una pequeña risa de parte de la menor que se acomodó en su hombro, fácilmente se veían como dos tortolitos en su luna de miel, era una vista adorable de la chica y el hombre en aquella posición.

No pasaron dos minutos avanzando cuando los tres desastres entraron por aquella puerta, sentándose en el asiento de atrás y de al lado de donde estaban ellos.

—¡Kamado! ¡Me alegra que si hayas venido!— dijo el Pilar mientras lo veía sonriente, inconsciente de que en el otro vagón iba el demonio de la máscara, el demonio Kitsune cuyas colas se ocultaban en aquella forma semi humana que había tomado para pasar desapercibido, sobre el techo del tren iba Enmu, observando como todo iba saliendo según lo planeado.

—Rengo-Kun, ya regreso... tengo que... este...— se sonrojo, más ese pequeño gesto dio a entender al Pilar lo que pasaba, el se rasco la nuca con algo de vergüenza mientras el sudor lo invadió por lo incómodo de la situación.

—O-Oh, claro Yoko, v-ve tranquila— dijo, haciendo espacio para que Yoko fuera al sanitario, quedándose con los tres muchachos y la demonio, Kamado se sentó al lado de Rengoku para hablar un poco con el, la charla fue animada y amena, más no paso a más de algunas palabras.

Mientras Yoko iba cierto demonio alcanzo a ver su espalda, un haori ladrilllo con flores oscuras en su tela, su cabello blanco le hizo recordar algo, algo que no podía ni ver en sus recuerdos, subió y bajó su mirada en la chica hasta que ingresó en la puerta del baño, solo alcanzó a ver su espalda, más sin embargo podía reconocerla, el tren estaba medio vacío, Kasuki solo esperaba que se quedara así hasta que todo acabara, no le gustaba ver morir a personas inocentes, el solo obedecía órdenes y encargos de Kibutsuji, más no comía a quienes mataba, prefería vivir muriendo de hambre a vivir con la consciencia sucia.

Sus miradas se toparon apenas la chica iba de regreso, Kasuki sintió un vacío en su cuerpo por instantes, sus ojos, esos ojos despertaron algo en el, un sentido de proteger y servir que nunca había sentido. Ese sentimiento comenzó a quemarlo despacio, era un recuerdo oculto con esos ojos, era... bellísimo.

Debía protegerla de lo que fuera, pensó, sin saber quién era ella, quien era Yoko.

𖣔❫ཱི𝐘𝐨𝐤𝐨  ──[Kιmᥱtsᥙ ᥒo Yᥲιbᥲ]Where stories live. Discover now