No te vayas

1.3K 185 22
                                    

—Shinasugawa-San, por favor, vaya a coser esa herida... Himejima-San y yo vamos a encargarnos ¿Si?— pidió amablemente Yoko, viendo al Shigasugawa con ojos de comprensión y ternura, el pecho del muchacho dio un pequeño vuelco al sentir esa dulce mirada de ella, a pesar de estar seria sus ojos reflejaban amabilidad en su vista a él, quien inmediatamente fue a hacerse las suturas.

Himejima y Yoko eran hábiles juntos, cuando él arrojaba aquella pesada bola y tensaba la cadena ella instintivamente corría sobre el metal tenso, chocando espada con espada entre el demonio y ella, alzando las chispas de una manera impresionante, puso sus pies en el suelo en un giro hacia atrás, cayendo frente a Himejima quien le miró, estaba al nivel de Kanroji, incluso aún mayor que ella, ya habían logrado atraparlo entre las cadenas y no había podido moverse entre ellos, Yoko se usaba a sí misma como barrera, el demonio no podía atacar a Himejima si ella estaba en el medio, le haría daño, cosa que al pensarla hacia reír mentalmente a la albina.

Muzan cada vez era más patético.

Pero la luna superior supo como hacerla alejarse de la pelea, haciendo que él se acercara, en un momento la luna retrocedió y el dúo tuvo que avanzar, usaron ambos dos técnicas, tanto el demonio como el Pilar, chocando sus armas entre el despliegue de movimientos, la espada que había sido cortada se regeneró, fue impresionante a decir verdad.

Todo lo que Cortes... se regenera rápido... tus ataques son inútiles... miserable... humano— dijo el demonio, Yoko había quedado a un lado del ataque y Himejima había sido herido, ella apretó los puños, sintiendo su cuerpo ardiendo en rabia, se había prometido cuidar de ellos, evitar que salieran heridos o al menos intentar que estuvieran ilesos.

—Quería... guardar esto para cuando me enfrentara a Muzan... pero si fallo aquí todo eso será inútil— el Pilar de la Roca cruzó ambos brazos sobre su pecho, haciendo aparecer marcas como si estuvieran resquebrajados, Yoko miró con asombro lo ocurrido al igual que el demonio —¡No tengo nada que perder al usarlo aquí!—

La tierra bajo los pies de ambos tembló, fue aterradora la forma en la que gritó, tanto que Yoko no pudo evitar cerrar sus ojos con el impacto de su voz, con una pequeña seña de parte del Pilar ella corrió a ver a Sanemi, quien se encontraba recargado a uno de los soportes mientras terminaba de suturar la herida.

—Sanemi ¿Estás bien?— le miró preocupada, él hizo una pequeña mueca de dolor y le miró desde abajo, ella le tendió su mano con gentileza y un rostro preocupado que nuevamente hizo dar un vuelco al corazón del Pilar ¿Que demonios le estaba haciendo esa miradita de ella y esa pequeña preocupación? No lo sabía, pero de alguna manera le gustaba esa sensación —Himejima necesita de alguien más fuerte... yo no puedo protegerlo...—

Se lamentó Yoko, él le miró en silencio, solo dejando salir pequeños jadeos, Yoko, al ver que Jo recibió su mano se acerco a él un poco más y limpio la sangre de su mentón con su manga, sonriendole suavemente.

—Ve con él, por favor, ayúdalo... yo veré que pasó con Genya... lo protegeré a toda costa ¿Esta bien?— ayudó al Pilar a ponerse en pie, el fue tambaleante hasta donde estaba Himejima, Yoko solo le miró —Encomiendo sus almas a Dios... porque los buenos no sufren—

Luego de recitar aquello fue en busca del pelinegro, quien estaba junto a Muichiro bastante lejos del lugar de la pelea, ella se acercó a ambos y los abrazó con fuerza, acomodando su rostro entre ambos, quienes le correspondieron el abrazo.

—Gracias por protegerme hasta que llegara Aniki— Musitó Genya con una pequeña sonrisa.

—Lo mismo... si no hubieras llegado no se que habría pasado— Muichiro puso su mano buena sobre la cabeza de Yoko y le mostró una sonrisa suave a ella, quien le correspondió la mueca dulce dada por ambos pelinegros.

𖣔❫ཱི𝐘𝐨𝐤𝐨  ──[Kιmᥱtsᥙ ᥒo Yᥲιbᥲ]Where stories live. Discover now