Capítulo XXIII

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**MARCHETTI'S CLASSICS PLAYLIST: Cry- Mandy Moore

~*~

LAUREN MARCHETTI

Sé que el beso no pude volverse más apasionado porque estamos en el estacionamiento de la parte de atrás del restaurante. Estamos visibles ante los empleados e incluso mis padres, pero no me importa. Soy una mujer totalmente hipnotizada por Camila. Solo me bastó verla estacionarse para que todos mis sentidos despertaran y no dudará en correr a recibirla.

Ahora con su lengua junto a la mía y sus manos en mi cintura me siento viva y feliz.

—Me puedo acostumbrar a este recibimiento—murmura ella contra mis labios y yo pego mi frente con la suya.

—Espero que así sea porque hoy fue tu primer día en un trabajo que amas, y porque así espero recibirte siempre—busco sus labios de nuevo y la beso muy breve esta vez. Mis manos acarician su cuello que está libre porque tiene un moño con su adorable bandana que esta vez es de color azul y que me sigue volviendo loca por lo hermosa que se ve—. Estoy hecha un desastre—le digo avergonzada pero ella niega observándome con esos ojos marrones de ensueño—. Me di un baño rápido, pero no es lo mismo que mis aceites para la piel y...—ella me interrumpe besándome de nuevo y haciéndome sonreír.

—Podemos tomar una ducha juntas más tarde con todos tus aceites aromáticos y tus flores—sus ojos están llenos de promesas y yo me estremezco solo con imaginarlo—. Prometo frotarte la espalda...y todo lo que quieras que te frote—sus manos me abrazan por la cintura y me siento protegida y querida.

—No tienes idea de todo lo que quiero que me frotes—le digo con voz ronca y pego mi frente con la de ella hasta que un ladrido nos interrumpe.

Me giro para ver la cabeza de Thunder fuera de la ventana y no dudo en acariciarlo y saludarlo. Su modo tan tierno de agitar su cola y pasar su lengua por mi mano me derrite, y cada vez que lo veo lamento no tener un perro. Quizás algún día me permita adoptar uno, cuando me atreva a realizar mis sueños que han quedado olvidados.

—¿Estás lista para irnos? —me pregunta y yo asiento acariciando su mejilla.

—Solo debo ir por mi bolso—la observo y noto las pequeñas bolsas bajo sus ojos y en su sonrisa noto el cansancio—. Tus ojitos se ven cansados, cariño—Camila sonríe un poco más y su mano acaricia mi espalda de arriba abajo.

—Me llamaron de emergencia para atender a una paciente en la madrugada, y me quedé en el hospital para mi turno.

—Oh, cara mia—le digo tomando su rostro entre mis manos—. Debes estar agotada. Si quieres podemos dejar todo para...—ella me interrumpe poniendo un dedo en mis labios.

—Cada hora contigo es un regalo para mí, Lauren. Quiero que sepas que podré estar muy cansada, pero dejar de verte o no estar contigo cuando te tomaste la molestia de cambiar todo tu horario no es una opción para mí. Quizás no sea buena compañía viendo una película, pero prometo abrazarte si tienes miedo aunque posiblemente te ronque en el oído.

La ternura me invade y tomo su rostro para besarla de nuevo. Porque con solo el hecho de estar parada frente a mí después de un día agotador hace que me sienta llena de energía. Por eso le doy un beso suave donde le transmito la felicidad que me da estar con ella. Su lengua me pide acceso y yo se lo concedo. Nuestras lenguas juegan entre sí, y yo me pierdo en el beso. Yo nací para besar a esta mujer.

No me avergüenza demostrarle mi afecto de esta forma tan libre. Toda mi familia sabe lo que pienso sobre el amor, y todos son de mente abierta. He tenido la bendición de nacer en una familia que me entiende, que me acepta. Una familia que seguramente está observándonos por la ventana para poder tener algo que hablar a la hora de la cena durante toda la semana que Lily estará aquí.

The GuardianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora