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| Capítulo 10 |

Actitudes que matan

Después de un largo rato de leer mi libro tranquilamente en mi alcoba, me detengo y voy abajo a comer algo porque el estómago me ruge desesperadamente, no obstante, me incorporo de la cama y me dirijo a la puerta para ir a la cocina, pero me paro en seco porque algo golpea mi ventana. Me asomo a ella, pero no veo a nadie, ni siquiera a Taylor merodeando por ahí. Lo dejo pasar y me voy a la cocina.

Tomo unas manzanas rojas porque las verdes me las he acabado todas, unas galletas de avena que mamá ha hecho en la mañana antes de salir y un vaso de jugo de cerezas, pienso en traerme más comida para no tener que bajar otra vez cuando el estómago me grite hambre, así que tomo algunas cosas más y subo a mi habitación.

Al entrar a mi habitación, me quedo inmóvil al ver la figura de Taylor parado frente a mi mesita de noche. Siento un escalofrío correr por todo mi cuerpo que me domina y me impide moverme.

—¡Eh! Es de muy mala educación entrar a la habitación de una chica sin su autorización—, le regaño, divertida.

Lo miro fijamente, pero él no me mira a mí, tiene la mirada puesta en algo que está sobre mi mesita de noche.

—Después de que lo hiciste anoche, creo que puedo tener este tipo de confianza contigo, ¿no? —levanta la mirada.

—Fue un pequeño desliz, nada más—, espeto, vacilante— así que no, no tienes la confianza.

—De acuerdo, entonces me voy—, suelta, dirigiéndose a la ventana.

Reacciono de inmediato.

—Tampoco es para que te enojes, estoy bromeando—, me escucho preocupada ahora. Suelto lo que traigo en las manos y lo coloco en mi mesita de noche.

—Tampoco es para que lo creas, también estoy bromeando.

Me acerco a él y le doy un puñetazo.

Ríe mostrando su hermosa sonrisa y yo no puedo controlar sentirme atraída.

—Vi que tus padres no están y quise venir— musita, cambiando de tema y acercándose al sofá.

«Genial» pienso.

—Todo lo mejor— digo, yendo hacia la mesita de noche para tomar una manzana y sentarme en la cama.

Taylor posa su mirada en mí y me detalla a la perfección antes de hablar:

—Creo que te debo unas disculpas por no complacerte anoche.

—Déjame adivinar— resoplo, mirando al techo, pensativa— ¿viniste a burlarte de mí?

Niega.

—Podemos saldar cuentas entonces.

Taylor me observa de arriba hasta abajo y se detiene mirando mis piernas que se encuentran más descubierta de lo habitual, le da un repaso a mi boca y luego me mira a los ojos, desafiante.

—Yo que tú no diría eso— espeta, serio.

—A ver, ¿por qué? —respondo, acercándome a él.

Final Inesperado © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora