31

593 48 8
                                    



| Capítulo 31 |

Cruel realidad

Con los ojos y mi vida vuelta un desastre, decido bajar un momento a hablar con los padres de Taylor, creo que debo decirles la verdad, aunque ni siquiera pueda pronunciar una palabra con claridad.

Bajo por los escalones, sintiendo que la vida me pesa, sintiendo que ya nada tiene arreglo, él se fue... Me dejó sola, ya nada tiene sentido.

¿Cómo se puede seguir viviendo cuando se fue una persona que complementaba tu frágil corazón?

Dianna viene subiendo, y en cuanto me ve, se queda parada allí y retrocede para esperarme. Sigo bajando tristemente y me detengo frente a ella, derrotada, totalmente devastada... No digo nada porque sencillamente no puedo formular las palabras, mi garganta no funciona, nada en mí funciona. Aun así, con el dolor en mi alma desdoblo la hoja de papel que tengo en las manos, ya que la he empuñado con fuerzas. Se la paso. Mis lágrimas comienzan a caer.

Ella observa la hoja confusa, sin entender mucho. Así que hablo, sin embargo, es muy doloroso para mí hacerlo:

—Encontré esta hoja escondida entre las cosas de mis padres —hago una pausa para tomar aire, no tengo fuerzas para hablar y aun así lo estoy intentando—, hace unas semanas descubrí que me ocultaban algo muy importante y peligroso... mi papá estuvo manteniendo llamadas telefónicas muy raras a las que yo siempre escuchaba... —me sorbo los mocos— así que no me contuve, decidí husmear en sus cosas, aunque confieso que jamás creí que lo que ocultaban era algo tan descabellado como esto, así que encontré ese papel con el nombre escrito —me carraspeo la garganta, esto me resulta demasiado difícil. Ella se encuentra poniéndome toda la atención del mundo y no me pasa desapercibido que Lans y su padre están detrás, escuchando lo que digo— entonces ya conocía la historia de su hija, Taylor me lo contó todo.

Taylor... Mi Taylor.

Ni siquiera sé cómo continuar diciéndole esto, es demasiado doloroso como también es difícil de creer.

Cuántas vueltas da la vida.

Dianna no pronuncia nada y solo se queda ahí escuchando lo que digo, supongo que está comprendiendo por dónde va el asunto.

—También encontré esta cadena, que según recuerdo, la llevaba puesta hasta que recién cumplí mis tres años —saco la cadena del bolsillo trasero de mi pantalón, Dianna no se puede controlar y se lleva las manos a su boca, totalmente sorprendida, mientras que lágrimas de sus ojos empiezan a caer a borbotones—, papá me la quitó y ya no volví a saber más de ella, hasta ahora...

—No me lo puedo creer— espeta entre sollozos— mi pequeña Emy.

No puedo evitar ponerme a llorar. Ni siquiera lo duda. Dianna me acorrala entre sus brazos y me desplomo allí, en la mujer que sí es mi madre de verdad.

Y aquí estoy, ante mi verdadera mamá, aquella mujer que me había traído al mundo y que otros le habían arrebatado de sus manos. Se siente reconfortante tener a mi madre junto a mí, abrazándola en este doloroso momento en el que me encuentro, pero nada puede llenar el vacío que Taylor ha dejado en mí.

Ahora entiendo el porqué la tención al verla por primera vez y las demás veces, era por esto, porque se trataba de mi madre biológica...

La intuición no falla.

Me separo de ella y la miro a los ojos, siento como mi corazón sigue partiéndose en pedazos diminutos.

—¡Me enamoré de mi propio hermano! ¡Del hermano que tanto anhelé tener! Ahora no sé qué hacer con la culpa y con el hecho de saber que ya no está —suelto un quejido de dolor y caigo de rodillas al piso, destrozada, sin fuerzas y sin ganas de vivir.

Veo como Lans y su padre se ponen de pie, preocupados.

Dianna también cae conmigo, llorando, triste y destrozada al igual que yo, o tal vez peor. Me abraza y llora junto a mí, diciendo que todo estará bien y que no podíamos seguir así porque a Taylor no le gustaría vernos de esta manera. Pero yo no presto atención a nada de eso, yo solo quiero que él vuelva y poder pedirle perdón por haberme metido por sus ojos, por mi insistencia en pertenecer a su vida... porque todo es mi culpa, yo sola soy la causante de todo lo que pasó entre nosotros.

El padre de Taylor se acerca a nosotras y nos abraza a ambas, nos pide que nos paremos de allí, pero yo no cedo, mientras que Dianna tampoco.

Luego de un rato me logran convencer de sentarme en un sillón.

El padre de Taylor se acerca a mí, y por primera vez me doy cuenta de lo mucho que Taylor se parecía a él, los mismos ojos, el mismo cabello y los mismos rasgos. Su belleza provenía de él.

—Jamás perdí la fe de encontrarte—, habla, pero yo no soy capaz de decir nada, solo me derramo otra vez en llantos.

Después de un momento, Dianna y Álvaro, se ocupan de llamar a sus gentes de poder y sobre todo a la policía, fue todo tan rápido que ni siquiera me da tiempo de asimilarlo. Solo escucho el escándalo allá fuera cuando se llevan a mi mamá de la casa.

Quise afligirme por ello, pero recordé que lo que habían hecho es imperdonable y que me habían destrozado la vida. Ellos tienen que pagar por lo que hicieron.

***

El cuerpo de Taylor ya se lo han llevado y no quiero pensar en ello, tuvieron que sedarme porque bien podría entrar en una crisis al ver su cuerpo sin vida. No pude hacer nada para salvarle, no estuve ahí en su mal momento y eso me frustra.

Las lágrimas no se contienen en ningún momento, no he dejado de llorar desde entonces.

El coraje y la impotencia no se hacen esperar, saber que yo no pude despedirme de él ni el de mí me revuelve los sentidos, ¿qué dolor más fuerte el tener que desprenderte para siempre de un ser que amas con todas tus fuerzas? Estoy segura de que no hay ningún otro. Esto es un dolor incontrolablemente miserable y sé que este dolor no se irá jamás.

A pesar de que lo vi sin vida, hay una parte de mí que no lo quiere asimilar, no quiere aceptar que ya él se ha ido, que se ha ido para jamás volver.

La voz de Dianna me saca de mis pensamientos:

—Puedes decidir lo que quieras hacer, si quedarte a vivir con nosotros aquí o irte a vivir a allá. Ya pronto cumplirás los dieciocho años y tienes la libertad de decidir —inquiere Dianna—. Por tanto, aquí te podrás quedar en la habitación de Taylor, o donde prefieras, no tendremos ningún problema con ello.

No quiero hablar, pero me obligo hacerlo.

—Luego habrá tiempo para hablar de ello— espeto detenidamente—, pero por ahora no quiero volver a esa casa.

Asiente y no dice nada más.

—Quiero estar sola en habitación de Taylor.

Me incorporo del asiento y voy en dirección a la habitación, cabizbaja. No obstante, Dianna me detiene.

—Toma esto, Taylor lo dejó para ti—, y a su vez, me extiende una carta.

La tomo y es como un sedante para mi destrozado corazón. Son sus letras que están allí supongo y por ello siento esto.

«Cuánto te amo Taylor, me acabas de dejar sola y justo entonces no sé qué hacer a partir de ahora».

Subo los escalones y me adentro en su habitación, o en la que era.

Final Inesperado © [✓]Where stories live. Discover now