25

476 47 0
                                    


| Capítulo 25 |

La fotografía

Salgo de allí y me dirijo a mi habitación nuevamente para salir por la ventana a casa de Taylor. La noche emana un aura de tranquila y eso es reconfortante a todo lo que siento en este momento.

Me aseguro de que la puerta esté bien cerrada y bajo por las escaleras despacio y con precaución para no hacer ruido. Como siempre.

Camino a la casa de Taylor y hace tanto frío que la piel se me eriza y siento un poco de miedo por estar aquí afuera sola. Debí ponerme una chaqueta. Aumento el paso y el sonido de las hojas crujir en todo el pasto no se hacen esperar.

Llego a la puerta trasera de la casa de Taylor y le llamo por teléfono, porque sé que ya es tarde e imagino que aquí todos están durmiendo, pero no me descuelga la llamada, así que empiezo a impacientarme, quizá él está durmiendo también y yo interrumpiendo su sueño. Pero sería raro que esté durmiendo, conociéndolo.

Le marco nuevamente, pero otra vez no la descuelga. Me siento decepcionada y enfadada ahora.

Me quedo unos segundos pensando en qué hacer, pero en mi mente solo está una idea muy clara:

Entrar a la casa por mi cuenta.

Sé perfectamente cómo abrir la pequeña puerta que está frente a mí, así que ¿por qué no abrirla?

Entro mi mamo por un pequeño orificio que está cerca de la cerradura y hago fuerzas para quitar el seguro de adentro, me cuesta abrir la puerta, me fracturo un poco el brazo haciendo fuerzas para poder dar con el interior de la casa. Canto victoria cuando veo la puerta abrirse.

«Creo que en mi otra vida era Lupin mujer»

Respiro profundo y entro a la casa, con mucho cuidado cierro la puerta como mismo estaba, para que nadie se dé cuenta de que alguien forcejeó y entró a la casa sin autorización, así que me dirijo a mi destino.

Rápidamente, subo los escalones y voy en direccion a su habitación, obviamente toco despacio para que nada más Taylor escuche adentro. Sinceramente no puedo entrar también aquí como perra por su casa.

Toco una vez... dos veces... tres veces... y Taylor no sale, nadie sale. ¿Pero qué le pasa a este? No sigo tocando la puerta, no vaya a hacer que despierte a los demás y se arme una tercera guerra mundial aquí, así que me dispongo abrir la puerta.

Recorro toda la habitación y Taylor tampoco está aquí.

A mi cabeza llegan miles de preguntas que no puedo darles respuestas.
¿Dónde está a esta hora? ¿Me estará evitando? ¿No quiere verme? ¿Habrá ido a mi casa?

Pero no sigo dándole continuidad a todas esas preguntas sin respuestas que se asoman a mi cabeza en este momento. Pienso en que quizá Taylor está en la cocina o haciendo algo en alguna parte de la casa y en cualquier momento subirá a su alcoba, así que me limito a esperarlo...

Esta habitación es una de esas en las que una vez entras no quieres salir, porque te sientes en confianza y en paz, conectas con la tranquilidad del lugar y no quieres irte nunca, quieres quedarte aquí hasta que ya no puedas más.

Exploro toda la habitación con mis ojos, me acerco a la cama y me siento allí para esperar a Taylor.

No obstante, no puedo durar mucho tiempo aquí sentada, porque algo capta mi atención:

Una fotografía.

¿De una bebé?, de inmediato me acerco hacia la mesita de noche que está junto a la cama y la tomo en mis manos. Está en marcada en un cuadro muy acogedor de color plateado. Es una bebé de ojos azules al igual que Taylor, me sorprende que tenga los ojos bien abiertos siendo tan recién nacida, llevaba un gorro amarillo, un traje también de ese color y sus manos estaban protegidas por unos guantes para bebés. Aquella fotografía se ve que ha sido tomada por algún teléfono celular y luego fue revelada, es muy vieja y no se ve a la perfección, pero sí lo necesario. A lo que puedo ver, la fotografía es en alguna clínica u hospital.

Observo la fotografía con claridad y en el lado inferior de esta, está el año en donde fue tomada, pero por lo vieja que está la fotografía no puede verse con exactitud.

Me pregunto quién es la bebé. A de ser muy importante para Taylor.

De momento, la puerta se abre de repente, el corazón me da un vuelco repentino y de inmediato veo la figura de Taylor entrar por la puerta con un cigarro en manos.

Al verme, frunce el ceño y pone cara de no entender como llegué aquí o cómo entré. Cierra la puerta detrás de él.

—¿Cómo entraste? —pregunta, echando el cigarro que lleva en las manos en un pequeño zafacón que está instalado allí, cerca de la puerta.

No me pasa desapercibido que lo tira por mí. Porque el cigarro está recién encendido.

Suelto la fotografía y la coloco en su lugar.

—Forcé la puerta—, confieso —pero no te preocupes, ya la puse como mismo estaba.

Taylor ríe y se acerca a la cama.

—Eso no importa ahora, lo importante es que estás aquí.

Es inevitable no sonrojarme.

—Tenía mucho deseo de verte.

—Lo sé. Yo también.

Me acerco a él y me poso muy cerca de su boca, dándole un beso rápido.

— ¿Quién es la bebé de la fotografía? —pregunto, porque la curiosidad me corroe.

Taylor se incorpora y toma la fotografía en sus manos.

La mira por varios segundos y luego me mira con detenimiento—: Es mi hermana.

Me quedo un poco atónita. Por eso había dicho la otra vez cuando conversamos que quisiera tener a su hermana con él.

Pero... ¿Dónde está? ¿Murió? No sé si preguntarle sería buena idea, porque el tema parece no agradarle mucho, pero no puedo quedarme con la duda.

—¿Murió? —suelto, sin muchos rodeos.

No tarda en responder a mi pregunta.

—No lo sé— espeta, disimulando que el tema no le agrada— se la robaron al siguiente día de nacer en el hospital.

Me quedo estupefacta. Siento una tremenda punzada en el pecho que me hace estremecer, y lo entiendo, aquello es cruel y ante cualquier persona que se hable sobre esto, se sentiría muy mal.

—Ni siquiera pude conocerla, cuando nació no me encontraba en casa, estaba de gira con unos amigos... por eso conservo esta fotografía, para recordarla siempre, —hay tanto dolor reflejado en su rostro que me duele verlo así —en este año mi pequeña Emy cumpliría sus 18 años y no podré estar con ella y disfrutarlo juntos... Ni siquiera sé si aún sigue con vida.

Sin duda alguna esto cruel, muy cruel.

—¿Así que se llamaría Emy?

—Sí, Emy Carson.

No me lo creo. Es evidente lo mucho que le afecta esto a pesar de los años que han pasado, todavía lleva el recuerdo de esa pequeña bebé. Quizá por eso es que él es como es, quizá Taylor no se ha podido resignar a todo esto y por esa razón me dice tantas cosas que siempre me dejan pesando.

Final Inesperado © [✓]Where stories live. Discover now