29

513 47 13
                                    


| Capítulo 29 |

Emy Carson

Estando en mi habitación, le mando un mensaje a Taylor, no recibo respuestas de inmediato, pero no me preocupo, ya que de todas formas quedamos en vernos.

Kaia:
"Iré a tu casa al caer la noche.
Espérame"

Suelto el móvil y me arrojo en la cama.

Me detengo a pensar por un momento en eso que me ocultan mis padres, ¿qué tan grave es? Dije que estaría al tanto de los dos, pero no son tan tontos como creo, están siendo cuidadosos y no me dan pistas de nada, así es difícil para mi saber algo.

Doy un respingo y me siento en la cama y pienso con tranquilidad, quizá deba aprovechar que mamá tiene visita abajo y echar un vistazo en su habitación, quizá tengan algo que me diga qué es lo que ocultan... Buscar entre sus cosas no está nada mal, creo que es una muy buena idea, ya que es en el único lugar donde puedo hallar algo.

No lo pienso dos veces, voy a su habitación y aprovecho el momento. Abro la puerta con cautela y la cierro detrás de mí.

Siento ese sentimiento que sentí cuando vine anteriormente. Quiero afligirme por ello, pero trato de olvidarlo porque no vine a eso, de hecho, no tengo tiempo que perder. 
Opto por buscar primitivamente en las gavetas de la mesita de noche, tal vez aquí encuentre algo que me dé alguna pista. Rebusco en todas las gavetas y no encuentro nada, solo hay ropas interiores de ellos y papeles sin sentido.

Me detengo por un momento y dirijo la mirada al armario que justo se encuentra abierto —algo normal— pero me da la curiosidad de ir a observar y rebuscar allí también, ya que es un lugar donde aparte de guardar ropa, se pueden esconder cosas...
Busco en todas las ropas con habilidad, para dejarlas tal y como están. Busco por donde están los calzados y por un momento pienso que encontraré algo, pero no hay nada.

Rápidamente, escucho un ruido proveniente de afuera, me pongo a la defensiva, pero aun así, me vuelvo una estúpida y no sé qué hacer. Reacciono rápidamente y me escabullo debajo de la cama. Es lo más rápido que se me ocurre.

Me mantengo tranquila allí cuando veo los pies de mamá caminando por la estancia. Busca no sé qué cosa en su mesita de noche y sale de inmediato de la habitación.

Espero unos segundos largos para salir de aquí, no vaya a ser que se devuelva a buscar algo más y me encuentre husmeando entre sus cosas. Me dispongo a salir porque ya no aguanto el mal olor a polvo que hay aquí abajo, no obstante, cuando voy saliendo con apuros, algo capta mi atención...

Inconscientemente, los pelos se me ponen de punta y mi corazón da un salto tan fuerte que duele.

Trago saliva.

Sé perfectamente que esta caja contiene algo que no puedo ver, porque cuando tenía algunos seis años, recuerdo perfectamente que la había encontrado y no sé de qué manera porque ellos la tenían bien guardada. Papá me encontró abriéndola y me regañó por ello, me habló muy feo y me dijo una y otra vez que no podía abrirla.

Me habían prohibido tan siquiera tocarla. Pero ahora sé que es el momento de ver lo que hay dentro, ahora no hay quien me detenga.

No sigo perdiendo el tipo y salgo de bajo de cama arrastrando la caja conmigo. Está pesada, así que me cuesta un poquito sacarla.

Logro salir y mi corazón está latiendo a mil por horas. Me da la sensación de que él sabe cuando algo va mal.

Me tenso.

Me pongo abrir la caja porque ya no puedo con la nostalgia y curiosidad de saber qué hay dentro. Lo hago rápidamente porque en cualquier momento mamá puede subir otra vez a la habitación. Y ni siquiera sé si el tal Antonio se ha ido o no.

Me está dando problemas abrirla, así que opto por tomar aire un segundo, tal vez se deba a que estoy un poco nerviosa por lo que puedo encontrar adentro, pero me tranquilizo. También hay un porciento de probabilidad de que no haya nada malo, así que debo estar tranquila.

Tomo aire y respiro profundo.

Me limito a abrir la caja de nuevo.

Una vez que intento abrirla, esta se abre pesadamente. Todo lo que hay allí son ropas mías de cuando era bebé.

Suelto todo el aire que estaba conteniendo, creí que en la caja iba a ver algún rastro de que papá es algún asesino en serie o algo traumático, pero no es nada de eso.

Me siento idiota e imbécil por pensar en que encontraría algo que me diera al menos una pista en esta caja tan estúpida. Ellos son muy astutos y es obvio que no dejarían algo tan importante y peligroso escondido aquí.

Cierro la caja con enojo y me limito a ponerla en su lugar. No obstante, fugazmente me llega la idea de buscar entre las ropas, porque es obvio que si hay algo, no lo dejarían a simple vista, lo ocultarían para esquivar al enemigo, en este caso, para esquivarme a mí. Así que vuelvo a sacar la caja y me limito a sacar ropa por ropa y la extiendo en el piso, en el mismo orden que están para luego ponerla así mismo.

Allí estaba seguramente lo oculto:

Es una hoja en blanco doblada a la mitad en medio de la caja, y de bajo de esta, una cadena que recuerdo perfectamente que llevaba puesta cuando fue mi tercer cumpleaños, y ellos me la quitaron y nunca más volví a saber de ella hasta este momento. Pero entonces se me esclarece la mente y recuerdo que se la vi a la hermana de Taylor, en la fotografía de su habitación...

Mi corazón no se puede contener ante todo esto, así que vuelve a saltar fuertemente, haciendo totalmente un lío en mi cabeza.

Trago saliva y tomo la hoja en mis manos, la desdoblo con pesar y es inevitable que mis manos tiemblen en el proceso, siento que unas gotas de sudor se impregnan en mi frente y una sensación que jamás he sentido se cuela por mis sentidos. Lo que dice la hoja de papel hace que toda la sangre de mi cuerpo se agolpen en mis pies y se me olvide cómo se respira...

Emy Carson.

Final Inesperado © [✓]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora