La nueva escuela

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En un barrio como en el que yo vivía, los chicos iban a la misma escuela y por ello era urgente  resolver pronto el tema del incendio, ya que no se podía perder el tiempo de aprender. La educación era algo serio y nadie era promovido sino cumplía con los conocimientos que correspondían a su nivel de estudio— por ese motivo, en primer grado tuve compañeros de 12 o 13 años que no conseguían pasar a segundo.

Los vecinos se reunieron con las autoridades y acordaron que aunque hiciera frío tendríamos clases en la plaza frente a la escuela. Allí, se montaron tablones de madera rústica aportados por padres que trabajaban en albañilería y bancos largos donde nos sentábamos uno al lado del otro. Cuando el día terminaba se desmontaban los caballetes y se guardaban en un galpón de la iglesia. Las clases se daban en 3 turnos: de 8 a 11, de 11 a 14 y de 14 a 17. Los días de lluvia, la improvisada escuela se trasladaba a la sociedad de fomento, así que mientras se construía la nueva escuela no perdimos un solo día de estudio.

Las maestras caminaban 8 cuadras, desde la avenida por donde pasaba el colectivo hasta la plaza. Cuando llovía, venían con los zapatos en una bolsa y se cambiaban las botas cubiertas de barro sin decir nada, sin protestar, al fin y al cabo eran conscientes de que sus alumnos seguramente, al agua la tendrían dentro de sus casas.


Esta es la foto de primer grado. Tengo un tapado azul de lana (segunda del lado izquierdo), porque como hasta el presente, siempre tengo frío.

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now