Sin él

17 8 11
                                    

Papá conoció a mamá cuando ella tenía ocho años y el diez. Siempre le decía que "era una chica flaca de patas largas, sin la menor gracia", mientras se reía divertido—claro que yo estoy segura que desde ese momento la empezó a querer. 

Recuerdo fragmentos de los poemas que en un viejo cuaderno le escribía a ella:

"¿En qué estrella fugitiva van tus ojos,

 en qué trozo de sombra está tu frente?,

¿en qué mata de espina se ha enredado,

tu adorada y lejana cabellera?..."

"...¿No será que por una oculta ciencia,

no fuiste nunca y solo el yo te nombra?..."

Cuando mi madre murió, gran parte de él también se fue. Siempre supimos que mamá era como una flor frágil, que el menor viento podría desarmarla; pero el amor que nos tenía la mantenía a nuestro lado hasta que el cuerpo ya no resistió y un día no regresó de la clínica. Lo acompañé en su dolor y desconsuelo, mientras lloraba y pedía irse a su lado. Lo hice cuando un infarto lo llevó al quirófano y luego en la rehabilitación. Se repuso a muchas cosas adversas, pero jamás se recuperó de la ausencia de su amor. 

La ciencia tiene explicación para muchos fenómenos; sin embargo, creo que mi padre no murió de algo físico, a pesar de que un día el cáncer se adueñó de su cuerpo. Él comenzó a morir cuando la mujer que amó toda la vida cerró sus ojos, y le llevó muchos años, pero al fin se fue tras ella. Los últimos días, cuando su cuerpo era pequeño y debía alzarlo para acomodar su dolor en la cama, me seguía diciendo: 

—Hija andá con los chicos, no podés estar si dormir, tenés tu familia, yo ya me voy a recuperar. —Fue  la única vez en mi vida que papá me mintió. 

No te preocupes papi, ya nos vamos a encontrar de nuevo ¡Feliz día papá!



Álbum de familia ¡Se va la segunda!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora