Hombre al agua

20 8 9
                                    

Zulma me pidió que la acompañara a visitar a sus padrinos que se habían mudado de casa y ella todavía no la conocía. Con la dirección anotada en un papel empezamos a rastrear el lugar, un bonito barrio de casitas iguales tipo chalet de techo a dos aguas y tejas rojas.

El lugar quedaba a una hora en colectivo y cuando bajamos estábamos completamente desorientadas, sin saber para donde empezar a caminar. No había GPS, ni Google maps que nos guíe, más que unas anotaciones indescifrables hechas a las apuradas en una libreta.

—Preguntamos a alguien y listo—convenimos.

Dos horas después girábamos en círculos. Unos vecinos nos indicaban el norte y otros el sur.  Todo el barrio se veía idéntico, caminábamos y nos empezamos a dar cuenta de que nos seguía un grupo de chicos más o menos de nuestra edad, sonriendo y haciéndose gestos sospechosos. Nos empezamos a preocupar y apuramos el paso, pero aparecieron desde otra calle más muchachos y... nos empaparon con bombitas de agua, baldes y bidones. Salimos de esa calle antes de que volvieran a cargar sus recipientes y nos chocamos con otro grupo que nos volvieron a mojar. Esa situación se repitió varias veces más. Nos habíamos olvidado que eran días de carnaval y ninguna chica se salvaba del baño, por casualidad caímos allí y cuando encontramos la casa éramos dos peces escurriendo agua por todas partes.

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now