Quemando las pestañas

16 7 3
                                    


En las vacaciones de verano quedé en pasar por la casa de Nelly, una compañera de curso, para ir a preparar materias. Un hermoso día—demasiado lindo para pasarlo encerrado—, decidimos ir al río. Yo había llevado facturas de  una panadería, por la que pasé antes de llegar, así que tomamos unas botellas de jugo que había en su heladera y nos aprestamos a pasar un momento de amistad con la naturaleza. 

Estábamos en la playa a media mañana. En una radio portatil  oíamos música y nos acomodamos bajo un arbolito revisando apuntes durante un rato, sin darnos cuenta nos quedamos dormidas. 

Cuando giró el sol nos dio de lleno, pero en la posición que quedamos, ella estaba quemada de un lado y yo del otro. Todo mi lado derecho era de un rojo encendido y furioso, no me dolió hasta el día siguiente, en que las ampollas brotaban como florcitas silvestres y no me podía apoyar  ni en las sábanas. Luego comenzó la descamación y parecía una serpiente cambiando la piel. Nelly tenía una remera de manga larga, así que sufrió menos la exposición, pero su rostro también tuvo recuerdos de esa siesta al sol. Luego de eso nos quedábamos estudiando bajo techo al menos durante ese cálido verano.

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now