Reciclarse

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Según consta en mi Libreta sanitaria tardé siete minutos en respirar espontáneamente. Demasiado tiempo, si consideramos que el cerebro sin oxígeno muere en pocos minutos. No sé porqué causa la vida se quedó dentro mío, pero seguramente habrá un motivo valedero. Si tengo algo de que enorgullecerme es de mi capacidad para reponerme, resiliencia,  ¿no?, más tarde o más temprano he conseguido emerger de la angustia y volver a empezar aprendiendo en el trayecto. No me agobian los temas materiales, más sí aquello que involucra sentimientos. Cuando creí que me derrumbaría, empezaba a observar las cosas hermosas que existen en el mundo y me dejaba invadir por esa belleza. Un paseo por el río, el viento fresco en la cara, los atardeceres encarnados y los recuerdos son un gran pilar para protegerse de la caída. Mi afición por la lectura me otorgó el gran regalo de los amigos. Las tardes de risas y café en la biblioteca y la decisión de seguir aprendiendo a pesar de la edad y las limitaciones económicas. Las causas comunes nos unieron y con varias amigas nos dedicamos a realizar tejidos, mantas y abrigos para el hospital de niños, acondicionamiento de juguetes y ropa para las escuelas de las provincias del interior del país, la distribución de los libros donados, y muchos proyectos que me llenan de alegría. En las escuelas de formación profesional pude realizar cursos que tenía postergados, donde incorporé nuevos y queridos amigos. Siempre se rieron de mi voz, que era aguda, entonces estudié oratoria y la apliqué inmediatamente. No seré una locutora, pero me ayudó mucho a mejorar los matices y darme el gusto de recitar. Por acompañar a mis hijas en sus estudios, también he podido participar en los talleres de la escuela de bellas artes, los conciertos gratuitos de los clubes sociales y los museos que abundan en mi ciudad. La pandemia me facilitó la realización de estudios en línea y fue una forma de sentir que el año no pasó inútilmente. Ahora solo espero recobrar la normalidad para continuar con otra de mis pasiones, bailar, para sentirme libre, para pensar que por algo llegué a esta tierra. Si alguien superior creyó que valía la pena mi vida haré lo que esté de mi parte para no desilusionarlo.


Hasta aquí llega este puñado de recuerdos. Es la primera vez que los comparto y seleccioné algunos, para no ser muy aburrida. Estoy enormemente agradecida por su compañía, por sus palabras y sobre todo por el afecto sincero que me entregan siempre.

 ¡Muchas, muchas gracias! Ah, de paso les dejo la última foto que me sacó mi hija. Con el aislamiento soy su única modelo disponible y desde esta "vida en rosa" les mando un gran abrazo, de corazón.

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now