Corte a la moda

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A la sala de clínica médica llegaban con frecuencia personas en situación de calle con patologías que requerían atención. Antes de ser revisados por los profesionales, los estudiantes debíamos procurar que se encontraran en las mejores condiciones de higiene posibles, de otra manera los médicos no los atenderían. A los que podían bañarse solos se les proveía de los artículos necesarios así como la ropa de donación con la que siempre se cuenta. Una vez higienizados los pacientes, nuestra instructora, nos enseñaba la forma correcta de cortarles las uñas, afeitarlos y lo más interesante: cortar el cabello para que se vieran mejor presentados. Yo había realizados varios de estos cortes y quedaron bastante satisfechos con el resultado.

Cuando mi hermano se enteró de la novedad pensó que sería buena idea ahorrarse el dinero de la peluquería y usarlo para otras cosas, yo le aclaré que había trabajado con personas mayores, con poco cabello y para emprolijarlos. Como siguiera insistiendo acepté cortárselo pensando que no sería difícil, él siempre llevó el pelo largo y lo tenía ondulado y abundante, es muy vanidoso y su cabellera lo llenaba de orgullo. 

El intento fue un desastre: primero empecé cortando sin rebajar los costados para darle la forma a la cabeza, a medida que cortaba quedaba peor, cortaba recto pero se iba levantando debido a las ondas, con lo cual parecía a punto de salir volando. Cuando sospechó que algo andaba mal se miró al espejo y comenzó a gritar y acusarme con mi madre por la atrocidad cometida "parece que tuviera un abanico, mirá cómo me dejó"—pataleaba—, después me miró ofendido, se puso una gorra, agarró la plata y se fue del peluquero para que le arreglara el desastre. Fue la primera vez que usó el pelo corto.

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now