¡Invierno cruel!

29 10 22
                                    


¡Atroz sufrimiento!, ¡frío insoportable!, nadie duda que no me gusta el invierno, pero cuando era chica lo sufría terriblemente. El dolor de piernas no me dejaba dormir, sentía que se me romperían de tanto doler, los doctores lo atribuían al crecimiento de los huesos y no me solucionaban el problema. Mi conflicto con el frío empezó una tarde, en la que papá llegó del trabajo y me vio con los ojos enrojecidos. Mamá no sabía como calmarme y cuando mi padre me preguntó qué me pasaba, yo le respondí que me dolían las "pencas"; recuerdo la situación y según me cuentan tenía menos de tres años.

Mi abuela materna, la abuela Cleofe, preparaba un riquísimo dulce de tunas, por lo que tenía un rincón del jardín dedicado al cultivo de estas plantas suculentas y espinosas cuyas hojas se denominan comunmente pencas, de lo que mi padre concluyó que yo me había pinchado con las espinas de esa planta, y al verme llorar agarró un hacha y arrasó con mis agresoras.

Por supuesto, mi dolor tenía que ver con mi intolerancia al frío y al seguir llorando les mostré que las pencas eran mis piernas. Cuando entendieron  me abrigaron mucho más, ya que el calor era lo que me aliviaba. 

En cuanto a las plantas, papá le pidió disculpas a la abuela y ella le contestó muy seria "¡si no fueras el padre de mi nieta te daría una flor de paliza!".

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Where stories live. Discover now