Para romper un corazón

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"... Como si se pudiese elegir en el amor, como si no fuera un rayo que te parte los huesos y te deja estaqueado en la mitad del patio..."  Julio Cortázar

Si algo es seguro en esta vida es que todo llega, sobre todo el amor, muchas personas me han dicho que no lo encontraron, pero en el momento de afirmarlo yo preguntaría ¿estás seguro?, ¿nunca tuviste una mascota, un trabajo, una vocación?, ¿nunca te dejaste acariciar por las manitas de un niño? El amor es algo tan misterioso que no tiene explicación, sentido, ni razón; no se elige, no se encuentra cuando lo buscamos desesperadamente y se puede presentar en las formas más diferentes. El amor existe desde mucho antes de que fuéramos polvo y vivirá después de volvamos a serlo. 

Algunos tienen la fortuna de reconocerlo en una mirada furtiva y una esquiva sonrisa, velado por un manto de timidez u oculto en la falsa seguridad que en fondo es terror a entregarse entero—porque solo funciona si nos entregamos, no físicamente que es lo de menos, sino con el alma que siente y percibe la magia.

Y con mis veintiún jóvenes años, un día me encontré ante la sorpresa de este amor, que llegó sin permiso y se instaló en mi corazón. De golpe, la resignada soledad a la creí se entregaría mi existencia contaba con las manos más cálidas cerradas sobre las mías y en un tiempo perfecto entendí que no se puede estar completo sin alguien que nos ocupe los sueños y que esté presente en nuestros planes.

Muchos días, después de los trámites en tribunales, iba a buscarlo y no quedábamos conversando en una plaza o en la estación, hasta que saliera mi tren. Los que no trabajaba, concurríamos a las conferencias en la facultad o paseábamos sin destino prefijado. Fue un tiempo sin tiempo, que quedó suspendido para siempre en la nostalgia.

Pero el amor no se conforma con medias tintas, exige pelear por él con todas nuestras fuerzas, y si yo estaba dispuesta a enfrentar gigantes, el que reinaba en mi vigilia no pudo, —o no quiso— imponer su voluntad sobre las imposiciones familiares, que tenían decidido su futuro.

Si no se conoce algo, tampoco se tiene mucha conciencia de la pérdida, pero cuando nos enamoramos y la relación se rompe, un desgarro imposible de describir se instala en el pecho, nos doblega de manera tan dolorosa que agobia cada instante del día y dormir es el único alivio de tanto pesar. Él me dejó. Él pudo prescindir de mí a su lado. Fueron siete meses paseando por el paraíso y la caída a la tierra se precipitó una semana antes de que cumpliera los veintidós años.

Cualquiera que haya sido abandonado sabe cómo se siente. Mis días transitaban entre llanto, trabajo, estudio y vuelta al llanto en una letanía interminable. En ese momento se casó una de mis primas y en la iglesia todos se admiraban de las lágrimas que derramé "¡qué emocionada está!, es que la quiere mucho a su prima", y yo, que lloraba por mi soledad instalada y dolorosa, los dejaba opinar y consolarme creyendo que me  habían convencido de que mi prima sería muy feliz.

Mi duelo duró dos años, en los que no dejé el mínimo resquicio a nadie que quisiera acercarse con fines sentimentales. Mis amigos fueron de gran apoyo para que no me abandonara a la tristeza y poco a poco me empecé a recuperar de esa angustia que creía interminable. 

Estoy segura que las cosas no son casuales, aunque en el momento no lo entendamos. Nunca guardé rencor, porque había amado con locura, y no se puede corromper un sentimiento de esa magnitud con la bajeza del odio o el desprecio. Siempre estuve al tanto de sus cosas, en la distancia, sin molestar. Hace un tiempo nos volvimos a encontrar y pude abrazarlo, con cariño y mucha ternura, dándole la tranquilidad de verme feliz y saberlo bien. Él es parte de mi historia, de mis alegrías y dolores. Existió para saber que yo nunca haría sufrir a alguien como sufrí, que si Dios lo disponía, en algún momento, encontraría a ese que estaba destinado a mí y, que al igual que yo, estaba dispuesto a enfrentar gigantes para darme el beso que me despertara del sueño. 

Álbum de familia ¡Se va la segunda!Onde as histórias ganham vida. Descobre agora